Antes de los años terribles, de Víctor del Árbol

Antes de los años terribles
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No me cansaré de repetir que lo de Víctor del Árbol es otra cosa. Ya no se trata de abordar el género negro con esa maestría compartida con otros grandes autores españoles como Dolores Redondo, Javier Castillo o hasta un clásico como Vázquez Montalbán.

Lo que viene demostrando este autor es una voluntad por dejar su impronta como el autor que lo compendia todo, el suspense, la tensión que desborda por varios frentes, desde lo existencial hasta lo estrictamente argumental del caso de turno.

Porque en sus historias siempre hay un caso, un siniestro devenir de las circunstancias. Solo que Víctor del Árbol lo alcanza todo, lo trágico, los augurios previos al desastre, las consecuencias de un polo extremo a otro, desde la culpa, la melancolía o la desesperación hasta el análisis forense de las pruebas. El caso, la trama, lo que ocurre…, se trata de un todo en el que el autor se recrea con esa sobresaliente capacidad para narrar acaparándolo todo de la manera más precisa, sutil y conmovedora.

Los títulos de este autor siempre anticipan el gran peso de sus tramas. «La víspera de casi todo» tenía gancho, fuerza y hasta lirismo nostálgico. «Antes de los años terribles» recuerda un poco a ese Joel Dicker especialista en reclamar atención desde el título para adentrarnos en la más detallada y excelsa suma de voluntades y circunstancias que hacen de las vidas de los personajes esa trama imprevisible en torno a la inercia invencible del mal.

Desde que atravesamos la vida de Isaías, desde ese umbral que toda primera página supone, vamos fijando la atención en los detalles que se nos narran, olvidando por un momento las puertas cerradas y la oscuridad del pasillo, pero con esa inquietud por alcanzar los recovecos que las sombras protegen. Porque más allá de la felicidad actual de Isaías y su chica en Barcelona asoma un pasado y la indudable reconstrucción de Isaias para darse esa nueva oportunidad en forma de vida «normal».

Poco podemos imaginar entonces los firmes nudos que estrechan la existencia de Isaías con Uganda, el país en el que vivió sus primeros días, aquella vida lejana que parecía haber dejado con la dolorosas mutación de piel.

Pero cuando has vivido un tiempo intenso, siempre hay personas que pueden seguir tu pista, por el motivo que sea. La llegada de Emmanuel a Barcelona supone ese nuevo tirón del nudo. El regreso a Uganda tienta a Isaías con esas extrañeza morbosa del dolor, del mal y de la culpa.

Y es entonces cuando el suspense contenido, magnético se desparrama sobre la trama con fuerza incontenible. Lo que ocurrió en Uganda entre la felicidad de la infancia y lo que llegó después. La conciliación imposible con su nueva vida, la sensación de que Isaías no es ya la misma persona. La razonable consideración de que todo puede volver a saltar por los aires.

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Antes de los años terribles
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