Las 3 mejores novelas de Lola Lafon

A caballo entre realidad y ficción pero siempre con incuestionable interés concienciador. Una intención por hacer crónica según sus personajes femeninos, traídos de la realidad misma o de su particular imaginario. Lola Lafon es una narradora que hace de la descripción de cada personaje una especie de despersonalizada introspección. Algo así como un ejercicio narrativo que nos acerca a sus protagonistas como si presentaran parte de nosotros entre dudas e ilusiones, miedos y culpas.

Feminismo detallista que traza un devenir histórico desde tiempos no tan remotos en los que la mujer todavía tenía sus lastres y sus infiernos cotidianos, desde las esferas más personales hasta las profesionales. Con ese compromiso disfrutamos de un intimismo que evoca realidades hacia la necesaria revolución feminista entendida como uno de los derechos humanos más ninguneados en la historia.

Nada mejor para todo ello que la vivencia y el testimonio que queda. Solo que para narrarlo de forma convincente una misma tiene que comprometerse con contar toda la verdad de cada personaje, sin tibiezas ni medias tintas. Justo lo que hace Lola Lafon.

Top 3 novelas recomendadas de Lola Lafon

La pequeña comunista que no sonreía nunca

Ciertos personajes populares despiertan fascinación en el resto del mundo. En el caso de la protagonista de esta historia testimonial, el asunto es descifrar sus silencios. No por parte del lector sino por una autora que se atreve a descifrar el universo interior más allá del fulgor de la niña que fue estrella.

18 de julio de 1976, Juegos Olímpicos de Montreal. Nadia Comaneci, una jovencísima y desconocida gimnasta de un país remoto, Rumanía, ejecuta su ejercicio en las barras asimétricas. Un ejercicio perfecto. La niña de catorce años deja a todos patidifusos y hace saltar por los aires el marcador electrónico, que no preveía la posibilidad de que un ser humano alcanzara la perfección.

Nadia obtiene el primer diez en gimnasia de la historia olímpica. A partir de ese momento epifánico, la historia de la pequeña Nadia es la de una criatura adorable que conquista el corazón del mundo entero: el «hada de Montreal». Pero también la de una niña que en poco tiempo se hace mujer y es sometida por ello a un juicio implacable: «la magia se ha esfumado», sentencia un titular de la época.

Y la de una adolescente que vive bajo el régimen comunista de Ceaucescu, encumbrada a la categoría de héroe nacional. Y la de una chica sometida a la vigilancia de la Securitate y al asedio de Nicu, el siniestro hijo del dictador. O la de una mujer que, un mes antes de la revolución que derrocará y ejecutará al Conducator, protagoniza una fuga de película a través de la frontera con Hungría y llega a los Estados Unidos como refugiada política para descubrir que el sueño americano no es precisamente un cuento de hadas.

La pequeña comunista que no sonreía nunca

Zozobrar

1984. A Cléo, de trece años, que lleva con sus padres una existencia modesta en el extrarradio parisino, le proponen un buen día una beca, que concede una misteriosa Fundación, para conseguir su sueño: llegar a ser bailarina de modern jazz. Pero en lo que cae es en una trampa, un comercio sexual, en la que queda atrapada y a la que lleva a otras colegialas.

2019. Aparece en Internet un fichero de fotos, la policía busca testigos entre las que fueron víctimas de la Fundación. Bailarina profesional ya, Cléo se percata de que un pasado que no acaba de pasar ha vuelto a buscarla y de que ya es hora de plantarle cara a su doble carga de víctima y de culpable.

Zozobrar va recorriendo las diversas etapas del destino de Cléo a través de la mirada de quienes la conocieron, mientras su personaje se difracta y se recompone sin parar, a imagen y semejanza de nuestras identidades mutantes y de los misterios que las rigen.

Lola Lafon, al pasar revista a los abusos desde el enfoque de la fractura social y racial, brinda aquí una candente reflexión acerca de los callejones sin salida del perdón al tiempo que rinde homenaje al mundo de los espectáculos populares de variedades, donde las sonrisas se contratan y las pestañas postizas son de rigor: erotismo y sufrimiento del cuerpo, magia del escenario y de los bastidores del dolor.https://amzn.to/443DomI

Zozobrar

Cuando escuches esta canción

Emblema erigido desde la pérdida más dolorosa. Diario que dispara todos los contrastes entre lo que debiera ser el mundo despertando a la juventud y la abominable sensación de una vida roba. Ese extraño tiempo negro sobre blanco desde la temblorosa mano de una niña, marcada en sus horas como la del ser humano llevado al pogromo.

«El 18 de agosto de 2021 pasé la noche en el Museo Anne Frank, en el Anexo. Anne Frank, a quien la gente conoce aunque no sepa gran cosa de ella. ¿Cómo calificar su célebre diario, que todos los escolares han leído y que ningún adulto recuerda de verdad? ¿Es un testimonio, un testamento, una obra literaria? La de una muchacha que no va a poder más que subir y bajar unas escaleras, menos de cuarenta metros cuadrados por recorrer durante setecientos sesenta días.

Esa noche me la figuraba semejante a un retiro, a un silencio. Imaginaba esa noche propicia para acoger la ausencia de Anne Frank. Me equivoqué. La noche está habitada, la iluminan reflejos; en el corazón del Anexo, se hallaba aún agazapada una urgencia con la que hay que dar.»

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