En ocasiones los abismos del alma, donde no alcanza la luz, encuentran tiempo y forma donde solazarse a su manera. Una plácida isla como Tenerife se transforma en ese punto donde todo el mal se concentra en forma de vicios, perdición y filias inconfesables con un cierto aspecto de tentación satánica como sonido de fondo. Una vez asomados a esos abismos el salto no tiene retorno. Todo lo demás es caída libre para presentar una trama noir de lo más inquietante.
Curiosamente los mayores aficionados a esos encuentros con el peligro de lo inmoral y lo aberrante son los que ocupan espacios de poder donde disfrutan con su máscara y el más demencial de los engaños. Porque todo forma parte del demencial juego.
En la isla de Tenerife hace un tiempo que tienen lugar una serie de encuentros clandestinos que unen el poder, la vileza humana y la animalidad de las bestias más temibles. Pocos pueden asistir a ellos, pero menos todavía saber quién los organiza y por qué.
Cristian Velasco, uno de los tenistas más importantes de su generación, desaparece justo el día de su regreso a los torneos, después de un año alejado de las pistas, y de su vuelta a Puerto de la Cruz.
El caso llegará a manos de la inspectora Aguilera. Junto con su equipo, y acompañada de un policía novato, iniciará una investigación para descubrir el paradero del famoso tenista, que se torna en un caso de asesinato cuando hallan el cuerpo de una mujer que ha sufrido una tortura más que salvaje. Pero lo que no pueden imaginar es la deriva que tomará el proceso a medida que vayan apareciendo nuevos hilos de los que tirar.
Un intrincado asunto que se complica hora tras hora, en el que se mezclan los más oscuros instintos humanos y que obligará a Guiomar Aguilera a sobreponerse a sus manías y embarcarse en un misterio que cambiará su inestable existencia. Sobre todo cuando descubra que… NADIE TOCA A LA PERRA.
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