La desaparición de Annie Thorne, de C.J. Tudor

La desaparición de Annie Thorne
Disponible aquí

C.J. Tudor llegó recientemente para colgarse la vitola de autora de thrillers abiertamente entroncados con el más puro género de terror. Al menos de ese miedo que enlaza con los temores infantiles, los que nos hacen seguir mirando debajo de la cama o buscar rápidamente el interruptor de la luz.

Quedó así manifiesto en El hombre de tiza y sigue ese camino en esta nueva novela que, pese a lo recurrente, consigue de nuevo sorprender e inquietar.

Una voz aparentemente sosegada, la de Joe Thorne, nos transmite desde una distancia de seguridad inicial, el relato de la desaparición de su hermana Annie. El ayer y el hoy vuelven a hacer la goma sobre un tiempo que parece enlazado por la siniestra sensación de que el mal lo gobierna todo, pasado, presente y futuro, de no ser que la cuerda se rompa finalmente.

La clave, el lugar donde podría cortarse el asfixiante nudo del miedo está en Arnhill. Solo que Arnhill pasa por ser un lugar cubierto por el polvo del ayer, como los peores recuerdos de nuestras vidas, como los peores momentos de angustia.

Joe duda. No sabe si hace bien en volver y así nos lo deja claro. Algo dentro de él lo impele a salir corriendo una vez más, como cuando tenía quince años y su pequeña hermana regresó de los abismos en los que su alma quedó atrapada en los apenas dos días que permaneció dessaparecida.

Pero quien sea que gobierna las sombras, el miedo y la locura sabe que tan solo hace falta tirar un poco de la cuerda para que Joe tenga que volver a enfrentarse con él en la más injusta de las luchas. Porque en el bloqueo que nace del miedo no puede haber contrincante, tan solo posesión del alma como consecución final de la demencial obra.

Pero nada mejor para asegurar que Joe regresará a Arnhill que recurrir al recuerdo de la culpa. Porque él siempre supo que de no haber visitado la vieja mina, nada hubiera ocurrido. Annie no hubiera quedado en ese estado de inquietante shock y él no habría hipotecado sus días entre la oscuridad bajo su cama.

La historia, como es natural va de más a menos en intensidad. Pero también es cierto que la aparición del correo que cita indirectamente a Joe con su pasado es una idea tan potente que ya supone suficiente gancho para seguir devorando páginas mientras nos adentramos por las galerías de esa mina, la metáfora perfecta del camino hacia la introspección del terror atávico que cobija Joe.

Lo sobrenatural se acaba deslizando poco a poco, sin las estridencias de pretendidas obras de terror fácil. Las descripciones en torno a Arnhill se bastan para tocar esa fibra del suspense más desquiciante, el que te impide abandonar la lectura.

Y está ocurriendo de nuevo… Esa segunda parte del correo es la que aporta una tensión que lo va cubriendo todo. Joe vuelve a ser el niño preocupado por su hermana, aún desconocedor de lo que les espera a él, a su hermana, a todos sus amigos de antaño y a cualquier otra persona de ese pueblo ya maldito gracias al ánimo de aventura de unos pobres niños.

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La desaparición de Annie Thorne
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