La ciudad de vapor, de Carlos Ruiz Zafón

La ciudad de vapor
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De poco sirve pensar sobre lo que le quedaba por contar a Carlos Ruiz Zafón. Cuántos personajes han quedado mudos y cuantas nuevas aventuras se estancan en ese limbo extraño, como perdido entre los anaqueles del cementerio de los libros.

Con lo a gusto que se extraviaba uno entre pasillos oscuros y húmedos, sintiendo ese frío que alcanza los huesos, con aromas a papel y tinta fermentando millones de posibles historias. Laberintos por donde se mueven historias narradas con la perfección del escritor que nos hizo habitar en otra Barcelona y en otro mundo.

Cualquier recopilatorio siempre sabrá a poco. Pero el hambre hay que ir mitigándolo como sea, a ligeros bocados si es lo que toca…

Carlos Ruiz Zafón concibió está obra como un reconocimiento a sus lectores, que le habían seguido a lo largo de la saga iniciada con La Sombra del Viento.  

«Puedo conjurar rostros de chiquillos del barrio de la Ribera con los que a veces jugaba o peleaba en la calle, pero ninguno que quisiera rescatar del país de la indiferencia. Ninguno excepto el de Blanca.»

Un muchacho decide hacerse escritor al descubrir que sus invenciones le regalan un rato más de interés por parte de la niña rica que le ha robado el corazón. Un arquitecto huye de Constantinopla con los planos de una biblioteca inexpugnable. Un extraño caballero tienta a Cervantes para que escriba un libro como no ha existido jamás. Y Gaudí, navegando hacia una misteriosa cita en Nueva York, se deleita con la luz y el vapor, la materia de la que deberían estar hechas las ciudades.

El eco de los grandes personajes y motivos de las novelas de El Cementerio de los Libros Olvidados resuena en los cuentos de Carlos Ruiz Zafón ―reunidos por primera vez, y algunos de ellos inéditos― en los que prende la magia del narrador que nos hizo soñar como nadie.

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