Espía y traidor, de Ben Macintyre

Libro espía y traidor
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Desde su salida en junio 2019, este thriller de espionaje, con grandes dosis no ya de realismo sino de realidad, está entre los más vendidos de su género. Lo puedes comprobar AQUÍ. Y es que el historiador y columnista inglés Ben Macintyre es un especialista en las biografías más insólitas sobre esa suerte de personajes que, por h o por b, han tenido un papel relevante en diferentes hechos históricos solo que de manera soterrada.

Bien es cierto que los movimientos en las sombras que acaban por transformar nuestra realidad social o política fueron y son una constante inabordable a simple vista.

Tipos como Oleg Gordievski, en el que se centra esta historia, son esos cronistas cualificados que conocen en profundidad aspectos para los que la historia da un tratamiento oficial olvidando esa intrahistoria fundamental que hace que los engranajes sigan facilitando que el mecanismo funcione.

Y es en torno a estos personajes donde mejor se cumple aquello de la ficción que supera a la realidad.

Porque…, qué más quisiera John LeCarré que haberse topado con la biografía de Oleg para escribir alguna de sus novelas sobre la Guerra Fría.

Pero claro, este tipo de historias acaban llegando a otro tipo de escritores con contactos hasta en el mismísimo infierno. Para que se den a conocer en el momento oportuno, quizás cuando todo lo judiciable esté prescrito, a lo peor cuando toda posibilidad de resarcimiento o venganza ya no va a ninguna parte porque no quede quien lo aborde.

El caso de Oleg Gordiesvski apunta a un momento cumbre de la Guerra Fría, siendo ese pico la mayor crisis que pudimos haber vivido. Hablamos de un doble espía que ejerciendo oficialmente en la KGB, acabó siendo reclutado por el MI6. Y en cuyas manos estuvo el destino del mundo.

Todos los que ya tenemos una edad recordamos extraños acontecimientos de los años 80. La Guerra Fría todavía era una amenaza que se prolongaba durante demasiado tiempo y que los más pesimistas del lugar apuntaba a que acabaría mal más pronto que tarde. El famoso botón rojo en manos del demente de turno y todo aquello…

Oleg conoció, desde su alto rango en la KGB, que la amenaza atomíca se cernía con mayor fuerza que nunca sobre el mundo occidental. Corría el año 1985 y un apocalíptico plan pasó de sus manos hasta los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses en última instancia.

Esa realidad que supera la ficción dota a esta historia de espionaje de un cáriz novelesco que pone los pelos de punta. En un mundo sostenido en su gélida paz, bajo el desconocimiento generalizado de la amenaza nuclear apuntando en forma de misiles, Oleg actuó como su ética le dictó para conseguir que el mundo no acabara ensombrecido por un gigantesto hongo grisáceo cuya honda expansiva podría acabar con todo.

Esta es su aventura y esta es la realidad sobre lo que se nos pudo venir encima. Que Oleg pudiera actuar como infiltrado en los servicios de inteligencia de la URSS sirvió para el mundo siguiera el día después como si nada, ignorantes todos de que el fin pudo haber llegado entre las sibilinas sombras de una III Guerra Mundial que jamás estuvo tan cerca.

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