El océano de la autoedición es un buen lugar por el que bucear en busca de algún tesoro en forma de trama interesante con la que disfrutar de la manera más inesperada. Está claro que lo indie manda en el mundillo literario. Ningún crítico mejor que los lectores que se hacen eco de las mejores obras autopublicadas y que, en algunos casos, sirve para que estas, las obras, alcancen finalmente la meta de los grandes sellos editoriales.
Para mí, aficionado lector con mayor querencia al género negro, siempre supone todo un hallazgo cuando me topo con una novela como «Emily», y me descubro enganchado a su lectura nada más iniciarme, desde sus primeras páginas.
La sinopsis de la obra reza así:
Emily y su hermana pequeña Luci viven con su madre, una mujer capaz de repudiar a sus propias hijas por las que no siente el más mínimo afecto.
Ubicadas en un pequeño y tranquilo pueblo, se verán involucradas en una retorcida y macabra historia en la que se producen abusos, maltrato y repugnantes sucesos que serán desvelados por una agente del FBI, pero…¿ qué papel jugarán Emily y Luci en todo ello?
Ciertamente el resumen no entra en detalles más allá de la escenografía inicial cernida sobre el interrogante final, esa pregunta que cita al lector con su naturaleza más inquietante.
Más que suficiente para provocar el efecto deseado. Si entras, de inmediato le ves lanzado como lector a una ávida lectura que no se anda con circunloquios y que avanza al trepidante ritmo de unos sucesos espeluznantes.
Todo escritor de novela negra debe saber manejar el as en la manga, esa suerte de celosía que impide ver la realidad del caso y que acaba explotando como un giro magistral.
En este caso nos enfrentamos a la más cruda ambivalencia humana entre el bien y el mal, a las contradicciones y las apariencias. Ningún giro mejor que acabar conociendo ese lado oculto de unas protagonistas tan particulares como Emily y Luci.
Hace poco leía un artículo en el que se señalaba que la literatura también va a tender a lo breve, a la síntesis, a la concisión. Una novela corta como «Emily» tiene todos los ingredientes para satisfacer a un lector de nuestros días, anhelantes de historias sugerentes, intensas, trepidantes…, pero encajadas perfectamente en una trama sólida.
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