Hay momentos en los que ese hombre que estaba rodeado de idiotas hemos sido todos y cada uno de nostros. Son momentos en los que, a la postre descubrimos que conducimos por una autopista donde los únicos equivocados somos nosotros mismos. Y lógicamente las consecuencias pueden ser que nos estampemos…, tomando otra metáfora más suave, con la incomprensión.
Pero la razón es lo que tiene. Nuestra razón es la gran defensora de todas nuestras causas, desde la más peregrina hasta la más objetiva.
Y aquí llegamos al meollo de la cuestión. Ni todos son tan tontos como lo parecen, ni la cuestión tampoco es fustigarnos considerando que debemos ser nosotros los que hacemos gala de nuestra estolidez crónica.
Lo que Thomas Erikson nos plantea en este libro es la relación que establecemos entre SUBJETIVIDAD – REALIDAD – OBJETIVIDAD, todo ello encarado hacia la comunicación y la forma de comunicación. La luz del ejemplo, de las multitudes de ejemplos que se nos presentan en este libro nos servirán para revisar vicios propios a la hora de comunicar así como para detectar vicios ajenos del emisor de mensajes que tengamos enfrente (entiéndase desde tu mujer o hijos hasta tu jefe, pasando por el burócrata de la ventanilla 4 que trata de entender lo que le explicas)
Reparar en diversos aspectos de la comunicación, del diálogo sobre todo, nos puede servir para emitir y recibir mejor todo tipo de mensajes. Tener presente que la realidad es una suma de subjetividades empecinadas en conseguir imponerse unas a otras, nos ayudará en ese ideal de empatizar, entender y transmitir de la mejor manera posible todo lo que queremos dar a conocer.
Y entonces puede que se haga finalmente la luz, y todos esos idiotas habrán desaparecido de tu percepción distorsionada de la realidad. Porque claro está, alguien tan listo como tú no puede estar toda la vida tratando de entenderte con idiotas, pues acabarías siendo uno más de ellos… 🙂
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