La vida y obra del pueblo espartano siempre resulta apasionante. Su llegada hasta nuestros días como el mejor ejército de guerreros, educados para la batalla desde la cuna, se utiliza como emblema del esfuerzo, de la austeridad y de la lucha y defensa de toda causa.
Por eso, siempre resulta sugerente embarcarse en una nueva entrega de la fascinante mitología que rodeó a este pueblo, transformado por la literatura de Homero y Virgilio en una especie de antesala del Cielo en la Tierra. En el libro El Espartano disfrutamos de un capítulo singular sobre el mítico Perseo, hijo del rey Demarato.
En mitad de una contienda, allá por el siglo V A.C, se le encomienda a Perseo que abandone el frente y regrese a Esparta para entregar una epístola del rey Leónidas a su mujer. Perseo acepta el encargo sin mucho agrado, pero acaba asumiendo la jerarquía y procede a la encomienda.
El desarrollo de esta novela tiene bastantes similitudes con la película Gladiator, y lo indico así, de repente porque los acontecimientos posteriores a este hecho abundan en esa idea de la confabulación. Los grandes personajes siempre tienen gigantescos enemigos. Pasó con Máximo Décimo Meridio y ocurre lo propio con Perseo en este caso.
Pero no por esta analogía resulta menos atractiva la lectura de la novela. Perseo se ve desheredado, repudiado y por supuesto también apartado de un inconfesable amor por Gorgo. Pero un espartano afronta su destino con valentía, y ofrecerá su vida si es preciso para la restauración de su honor.
La idea de venganza es uno de los motivos literarios que siempre han funcionado mejor. El gran referente es El Conde de Montecristo, pero toda obra de creación que aborde esta sensación de necesaria reposición del mal causado implica al lector hasta lo más hondo.
Y en esa línea se mueve esta trama, con su correspondiente aspecto bélico desde un punto de vista conmovedor en el que se espera discernir si finalmente el bueno de Perseo alcanza gloria, venganza o muerte…
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Una buena novela que retrata a la perfección el modo de vida y costumbres de Esparta. Al principio se hace un poco pesado hasta que cae en desgracia el protagonista, como bien dices recuerda a veces a El Conde de Montecristo. Muy recomendable lectura.
P.D. Con menos páginas también se puede contar lo mismo.
Lo de la paja siempre es relativo. Pero si, a mi también me gusta algo más de síntesis…