La escritora inglesa Anne Perry viene haciendo gala, desde hace décadas, de una inagotable capacidad narrativa que le permite desdoblarse en grandes series que avanzan en paralelo. Series entre las que se puede permitir trufar historias independientes igual de interesantes y con la misma maestría en ese género de misterio policíaco hecho suyo como digna heredera de Conan Doyle.
Así, la llegada de esta nueva entrega iniciada ya en 1990 (y que suma 23 entregas con esta) se desarrolla con ese magnetismo para el lector acostumbrado a sus dosis regulares de tinta negra una de las plumas que mejor mantiene el policíaco más puro.
En esta ocasión Anne Perry arranca con un escenario de literatura criminal sin paliativos. La sangre nos salpica con la insólita violencia de un asesino que se ensaña con un empresario con el que podría mantener algún tipo de deuda.
Hoy se puede mandar al cobrador del frac, antaño se podía atravesar al moroso en cuestión con una bayoneta como si se tratara de un campo de batalla de la guerra de Crimea.
Pero claro, los orígenes húngaros de la víctima también despiertan dudas sobre algún tipo de xenofobia recalcitrante. Y Monk se ve impelido a buscar pistas entre el entorno de la víctima. En principio solo encuentra silencio y reticencias entre los húngaros habitantes de Londres.
El problema es que la sed de sangre del criminal no parece haberse saciado y nuevos objetivos van cayendo. De entrada, frente al repliege y el cierre de las posibles víctimas con ese rasgo común de su procedencia extranjera, Monk centrará sus esfuerzos en espacios donde el odio racial o religioso pudiera derivar en semejante atrocidad.
Paralelamente, complementando magistralmente al hilo principal del crimen, descubrimos como Hester y Scuff, la mujer de Monk, y su hijo acogido hace ya varias entregas, se enfrentan al caso de otra víctima vinculada colateralmente con el caso principal. Un veterano de guerra que también alberga su lado oscuro y sus secretos a desvelar cuando todo desemboque en manos de la justicia…
Aunque pronto se puede adivinar, mediante una especie de narrador omnisciente, al criminal o al menos su entorno más cercano, la tensión se mantiene por medio de las dos tramas entrelazadas.
Una novela de lectura independiente sobre el resto de la serie pero que se aprecia mucho más teniendo referentes claros previos.
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