Deberías haberte ido, de Daniel Kehlmann

El suspense, ese thriller con diversidad de argumentarios, se ajusta a nuevos patrones constantemente. Últimamente el thriller doméstico parece que campea en eso de presentar historias inquietantes, nunca mejor que desde el epicentro de lo familiar para ofrecer dudas sobre los más cercanos.

Pero ciertos patrones se mantienen siempre. Porque cuando un imaginario ya tiene sus referencias, cargado de emociones atávicas, recurrir a él asegura una perfecta contextualización y mimetización. Lo de la casa apartada del mundo, entre lo bucólico y lo siniestro es algo recurrente. En esta ocasión el asunto apuntaría más a un «Resplandor» de Stephen King solo que girado hacia nuevos focos hasta psicodélicos.

La casa no solo alberga pesadillas y locura sino que además lo transforma todo. Ya no es solo el escritor perturbado en su incansable búsqueda de historias. En esta casa todos sucumben a sus oscuros trampantojos, hasta el punto de poder ser devorados por ella, como una criatura dotada de diversidad de dimensiones donde encerrar almas para siempre. Daniel Kehlmann no se anda con rodeos ya desde el título… quizás hubo una opción, un instante antes del punto de no retorno. Justo el momento en el que una voz interior, un instinto que insistía en la necesidad de escapar por simple supervivencia.

Un guionista en plena crisis creativa y conyugal acaba de llegar ―acompañado de su mujer y de su hija― a una flamante casa de montaña. Es diciembre. El frío blancoazulado de los glaciares, los bosques ocultos por una espesa bruma, el fluir de un río y un profundo y silencioso valle prometen, al fin, un nuevo comienzo. Una nueva oportunidad para finalizar un guion que se le resiste y para intentar reconciliarse con su mujer.

Sin embargo, algo pasa en la casa. Poco a poco los contornos de la realidad comienzan a difuminarse y lo que parecía una escapada idílica se convierte en una inquietante espiral de comportamientos disfuncionales. Deberías haberte ido es una lectura sobrecogedora. Un relato claustrofóbico donde la realidad se tiñe de surrealismo y el terror no se presenta con sobresaltos, sino como un siniestro sueño cuyas piezas no acaban de encajar.

Deberías haberte ido
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