Los 3 mejores libros de la prodigiosa Patricia Gibney

Desde escritores como Edgar Allan Poe que tiraban de sus historias para exorcizar sus demonios hasta una autora como Patricia Gibney que encontró en la literatura un mínimo trago de placebo con el que enfrentarse a sus pesarosas circunstancias.

No siempre tiene que ser así, lo de escribir es una suerte de diálogo interior que puede ser útil para cualquier necesidad. La cuestión es que en el caso de Gibney la literatura fue esa fuente, ese espejo, esa cura…, metaforicemos como queramos, la cuestión es demostrar que el escritor también se hace, no solo nace. Y el hacerse escritor no siempre es la decisión preferida. Solo que Gibney no tuvo opción de elegir, le salió así y ahora es una de las más vendidas escritoras irlandesas.

Y sí, el género negro es su hábitat. Porque nada mejor para escapar de penumbras propias que aprender a plasmarlas negro sobre blanco. Así se entiende en el caso de esta escritora una intensidad en sus tramas donde su alter ego Lottie Parker busca pistas para someter el lado más cruel del ser humano.

Top 3 novelas recomendadas de Patricia Gibney

Los niños desaparecidos

El despegue de una Lottie que apunta a una de esas sagas inagotables. Gibney ha volcado en esta inspectora Parker uno de esos campos magnéticos que convierten todas las tramas en elementos gravitacionales en torno a un protagonismo por momentos eclipsante.

En esta primera historia quizás no sea tan perfectible. Todo suena a una buena novela negra más, con sus pinceladas en torno a la protagonista para generar esas tramas complementarias al caso. Pero una vez inmerso en el personaje, en su modus operandi, en sus pinceladas psicológicas rebosantes de aspectos reflexivos y vitales, te vas dando cuenta de que en Lottie Parker hay algo más…Cuando se descubre el cuerpo sin vida de una mujer en la catedral y, más tarde, encuentran a un hombre ahorcado en un árbol, la policía asigna el caso a la inspectora Lottie Parker. Los fallecidos trabajaban juntos en el ayuntamiento de Ragmullin y, además, tienen el mismo extraño tatuaje en la pierna. La conexión entre los dos es evidente, pero ¿qué se esconde tras esa misteriosa marca?

La investigación llevará a la inspectora hasta Saint Angela, un antiguo orfanato de la Iglesia católica que esconde un pasado muy oscuro. Y cuando Lottie está cerca de conocer la verdad, dos adolescentes desaparecen. ¿Conseguirá la inspectora atrapar al asesino antes de que ataque de nuevo?

Los niños desaparecidos

La última traición

Sexta entrega de la serie y seguimos embelesados con una Lottie cuyo brillo nunca se apaga. Más aún en una entrega como esta en la que lo personal y lo profesional se entremezclan con las angustiantes sensaciones de que puede no haber refugio para ella ni como inspectora ni como mujer, ni como madre.

Amy Whyte y su amiga Penny Brogan se marchan de una discoteca tras una larga noche de fiesta y no vuelven a casa. Sus familias temen lo peor: Conor Dowling acaba de salir de la cárcel después de pasar diez años encerrado. Lo condenaron por robo con agresión gracias al testimonio acusatorio de Amy. Días después, cuando aparecen los cuerpos sin vida de las chicas, la investigación se asigna a la inspectora Lottie Parker. Pero entonces las hijas de Lottie, Katie y Chloe, desaparecen en la ciudad de Ragmullin, y la inspectora deberá actuar rápido y con mucho cuidado: un asesino anda suelto y sabe que la mejor forma de entorpecer la investigación es hacer daño a los seres queridos de la inspectora.

La última traición

No hay salida

Lo de los asesinatos en serie pueden fundamentarse en la simple psicopatía, en algún ajuste de cuentas o en aspectos pasionales que se desbordan en una mente perturbada por el abandono o la ausencia.

Descubrir los matices que nos acercan a unas tipologías u otras se antoja fundamental para lanzar una investigación y detener al criminal. El problema es que puede haber otro tipo de asesino en serie, un megalómano que mata para sentirse por encima del bien y del mal, rigiendo cual siniestro emperador sobre la vida y la muerte.Un grito corta el aire en un entierro en el cementerio de Ragmullin. Encogido en el fondo de una tumba abierta yace el cuerpo semienterrado de una joven. La inspectora Lottie Parker debe encargarse de la investigación y enseguida sospecha que podría tratarse de Elizabeth Byrne, una joven desaparecida pocos días atrás al volver del trabajo en tren desde Dublín. 

Poco después, otras dos mujeres de Ragmullin desaparecen, y Lottie y su equipo creen que un asesino en serie anda suelto. Además, las desapariciones son muy parecidas a la de un caso sin resolver de hace diez años. Bajo presión por parte de su nuevo jefe y de la prensa, Lottie tratará de resolver el caso, pero ¿logrará hacerlo antes de que haya más víctimas?

No hay salida

Otros libros recomendados de Patricia Gibney

La chica culpable

Reuniones de adolescentes y muertes de lo más insospechado, al viejo estilo de las películas de terror ochenteras en las que los inconscientes e imprudentes jóvenes iban cayendo como ratas… En esta ocasión abandonamos la parodia para recuperar ese gusto noir desde el contraste entre la rabiosa flor de la vida y quien se apunta a segarla de golpe con sabe Dios qué animadversión… Una vez más Lottie a los mandos de la investigación.

Lucy es una joven de diecisiete años y, aprovechando que sus padres están de viaje, celebra una fiesta multitudinaria en su casa. A la mañana siguiente, la mujer de la limpieza acude a primera hora y descubre el cuerpo de Lucy.

La inspectora Lottie Parker llega a la escena y debe abrirse paso entre los cristales rotos y las salpicaduras de sangre. Pronto descubre que, horas antes de su muerte, Lucy había revelado un terrible secreto sobre Hannah, una compañera de instituto con la que no se llevaba bien. Y cuando Lottie encuentra una toalla manchada de sangre escondida en la mochila de Hannah, no tiene más remedio que detener a la tímida y asustada joven. Pero pronto otro adolescente que también había asistido ala fiesta aparece muerto, y entonces Lottie descubre que su propio hijo, Sean, también estuvo allí. ¿Es inocente, culpable o, peor aún, la próxima víctima?

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