La pléyade de grandes autores mexicanos actuales no es solo prolífica sino además diversa, tanto en representantes generacionales que siguen al pie del cañón como en la disparidad de géneros abordados. Con firmas como las de la inagotable Elena Poniatowska, pasando por Juan Villoro o el propio Xavier Velasco, siempre podemos encontrar un poco de todo y para todos los gustos.
En el caso de Xavier Velasco descubrimos un leitmotiv que acompasa en casi todas sus obras para conferir de gloria los mundos marginales. Escenarios cargados de antihéroes, alienados, apóstatas de la vida y perdedores de postín donde la literatura de Xavier acaba sobrevolándolo todo como un soplo de poesía en el apocalipsis. La acidez del humor descarnado, la aventura de sobrevivir cuando todo está en contra, hasta uno mismo.
Realismo pues, sin duda, con las costras que a duras penas cicatrizan sobre la piel de quienes la habitan. Pero también la famosa resiliencia, no tanto inventada con el coaching sino pisoteada por supervivientes del día a día como ejemplo de que la gloria de salir indemne aún puede ser posible en nuestros días.
Top 3 novelas recomendadas de Xavier Velasco
Diablo guardián
Las novelas que aún recuerdas después de años y años de lectura sin duda deben su memoria a la forma en la que las cosas acontecen entre sus páginas. Hay imágenes en esta novela que te conducen a infiernos y cierran bajo llave, para que siempre quedes un poco ahí, en esos sórdidos lugares.
Violetta tiene quince años cuando cruza la frontera con más de cien mil dólares robados a sus padres, asimismo excelentes amigos de lo ajeno. Azarosamente desembarcada en Nueva York, sobrevive durante cuatro años a todo tren, gastando varios kilogramos de dinero mal habido.
Para mantener ese ritmo, acelerado todavía más por el polvo blanco que introduce por su nariz en cantidades generosas, se enseña a enganchar hombres en lobbies de hoteles lujosos. No sabe, ni le interesa, la cantidad de leyes, límites y preceptos a los que pasa por encima.
Tampoco sabe que Nefastófeles, el supuesto rico heredero que la deslumbra, será como una daga clavada en su bella espalda hasta que, ya de vuelta en México, se tope con Pig, y llegue entonces la hora del Diablo Guardián. Pero lo que Violetta sí sabe es que es tiempo de arrojar los dados y cerrar los ojos, casi con ganas de que a todo se lo lleve el diablo; y que, generalmente, eso lo haces sólo cuando de plano crees que ya te va a llevar.
El último en morir
Todos mueren un poco al llegar al final de una novela. El posible y denodado esfuerzo del autor por convencernos mediante algún resumen o epílogo de lo contrario no compensa esa sensación de luto que despierta un fugaz suspiro. Quizás en esta ocasión el asunto conlleve más que una pérdida para tu imaginación…
He aquí una retorcida historia de amor. Nuestro prospecto de héroe ha de ganarse su papel en ella con las reglas que impuso desde niño. No hay para él asunto más serio que este juego, cuya materia prima son las cicatrices. Necesita vivir la vida al límite, hacer de cada día una película y saltar al vacío sin la ayuda de un doble. Los novelistas, piensa, son siempre lo que cuentan.
Esta novela tiene que ver con el romance, la cárcel, las drogas, la alta velocidad y el trabajo de tiempo completo de ser escritor y no morir en el intento: «Somos aventureros y nos toca morder toneladas de polvo».
Porque si la aventura secreta del narrador termina cuando escapa de la escena, esta vez contará la historia de la historia. Toneladas de polvo antes de aterrizar en la última línea.
Puedo explicarlo todo
Quien es capaz de pronunciar la frase que titula este libro, se enfrenta a sumarísimo juicio con unas pruebas en torno a la voluntad y la fe que ni el último ser humano en el juicio final…
Joaquín tiene treinta, la vida hecha pedazos y el compromiso de redactar un libro de autoayuda, en cuyas páginas sólo consigue perpetrar lecciones prácticas de autoperjuicio.
¿Qué es todo lo que puede explicar este pícaro del siglo XXI que un día es fugitivo acorralado, al otro terapeuta de pacotilla y, en un descuido, merodeador galante de velorios de perfectos extraños? Nada que Imelda y Gina -dos mujeres de sombra larga y mecha corta, cada una a su modo capaz de cualquier cosa- estén dispuestas a creerse fácilmente.
Del diálogo punzante a la introspección ácida, los personajes de Puedo explicarlo todo esterilizan una historia plena de comezones entretejidas, rencores entrañables y demonios comunes, donde cada meandro puede ser un abismo y no se quiere más que seguir bajando.
No muy lejos de ahí, se agazapa Dalila: una cómplice ideal que todavía no cumple los diez años y jamás ha leído un libro de autoayuda, pero cuyas pupilas deslumbradas parecen reflejar ya la sentencia del malandro y maestro Isaías Balboa: «El tiempo te lo dan, la vida hay que robársela».