Sin ánimo de sonar pretencioso, o sí, me animaría a indicar que la literatura nórdica encuentra actualmente en su filón noruego su más rica representacion. Desde Jo Nesbo hasta Gaarder, y cada cual en su género, sin esa fidelidad más habitual de los narradores suecos al género negro.
Este marcado atrevimiento para traer hoy aquí a Per Petterson uno de esos osados autodidactas en el noble arte de escribir (cuando realmente el autodidactismo es la esencia del escritor que descubre su don. Pero bueno, como hoy se crea doctrina y escuela de todo…), como digo un autodidacta que acabó dando el salto internacional rondando ya los 50.
Desde su Noruega plagada de grandes escritores reconocidos, Petterson llegó para quedarse. Con una obra exigua a la que se entregaba como el escritor en ciernes siempre entregado a otros menesteres para sobrevivir, Petterson es ya ese autor referente por su narrativa intimista pero sorprendente, viva, expuesta a una visión del mundo innovadora.
Top 3 novelas recomendadas de Per Petterson
Salir a robar caballos
De la anécdota a la trascendencia, del detalle al símbolo. Esta novela consiguió catapultar a su autor por esa extraña sensibilidad de las obras maestras que hablan de lo universal desde lo anecdótico.
¿Cuándo se abandona la infancia, en qué día? ¿Cómo se roba un caballo sin que el animal acabe rebelándose? ¿Es el propio protagonista ese caballo, esa juventud indomable que alguien ha robado para siempre?
Narrada en primera persona por Trond Sender, un hombre de sesenta y siete años que vive aislado en una casa de un bosque situado en la frontera entre Noruega y Suecia, el protagonista de Salir a robar caballos rememora su vida en el verano de 1948, cuando tenía quince años, hacía tres que los alemanes habían abandonado el país, y descubrió la verdad sobre las relaciones adúlteras entre su padre y la madre de su mejor amigo, y sobre el pasado político de su padre, antiguo miembro de la resistencia contra los nazis.
Enfrentado al descubrimiento del erotismo, de la muerte y de la falsa armonía familiar, Trond se convierte, en un verano, en un hombre adulto.
Hombres en mi situación
Pese al empeño por la perdición, en ese paradójico equilibrio por el que se desliza en ocasiones la vida, todo ser humano necesita reconciliarse con su pasado. En caso contrario nada tendría sentido, menos aún con hijos de por medio. Vástagos hechos preguntas sin respuesta al futuro, jóvenes a los que no siempre es fácil volver a mirar a los ojos porque es un poco mirarnos a nosotros mismos en espejos ya rotos.
Arvid Jansen lleva una vida solitaria y sin ambiciones. En noches de insomnio, recorre sin rumbo la ciudad de Oslo en coche o va de bar en bar, buscando refugio en el alcohol y en la compañía de alguna chica.
Un día, un año después de su divorcio, recibe una llamada inesperada de su exmujer, que vive con las tres hijas de ambos en una casa en la que no queda rastro de su pasado en común. Al reencontrarse con la que fue su familia, Arvid no podrá evitar sentir el rechazo de Vigdis, su hija mayor que, sin embargo, es quien más lo necesita.
El autor de Salir a robar caballos vuelve a sorprender a crítica y público con una honda narración sobre la vulnerabilidad de un hombre que ha perdido su camino. Aclamado por su minucioso y conciso estilo literario, este relato honesto y lleno de sensibilidad ha recibido múltiples reconocimientos y está considerado como una de las mejores novelas noruegas de los últimos años.
Yo maldigo el río del tiempo
La maldición por excelencia de todo pensador o escritor existencialista. La infinitud del tiempo es más pesada cuanto menos tiempo nos queda. Bien lo sabía Kundera. En esta ocasión el maledicente es un Petterson por medio de un Arvid enfrentado a los momentos alienantes de la existencia cuando aún podía ser simplemente tiempo de fiesta.
Durante los últimos días de un otoño de externa intensidad, Arvid, a sus treinta y siete años, lucha por encontrar un nuevo anclaje en su vida, cuando todo lo que hasta entonces había considerado seguro se desmorona a una velocidad vertiginosa.
Es el final de la guerra fría y, mientras el comunismo llega a su fín, Arvid se enfrenta a su primer divorcio y al diagnóstico de que su madre padece cáncer. Yo maldigo el río del tiempo es un retrato honesto, descorazonador e irónico de una complicada relación entre una madre y un hijo, un relato que explora la incapacidad de las personas para comunicarse y entenderse en toda su complejidad humana, y lo hace con una prosa precisa y hermosa.