Un gran premio separa a Patrick deWitt de esa mitificación popular del escritor de turno. Por lo demás, la carrera literaria de este escritor canadiense tiene bien ganado el reconocimiento de la crÃtica y de unos lectores ganados a pulso con ese proselitismo insobornable de la calidad narrativa vencida a peso.
Para mi ser escritor es sobre todo sacar tiempo para serlo después de tener que bregarse a otros menesteres con las exigencias cotidianas. Escritor es alguien como Patrick que se pondrÃa a escribir sus historias a última hora del dÃa, después del trabajo. Y que gracias a una inspiración que no sufre de estrés o de agotamiento, se vencÃa a la voluntad para escribir porque sÃ.
El horizonte despejado como escritor puede llegar después, cuando uno ya se ha hecho a sà mismo narrador por derecho propio. Y deWitt se sabe honorÃfico depositario del tÃtulo de narrador. De tal autosuficiencia nace una literatura desbordante de imaginación hasta el absurdo en ocasiones; una bibliografÃa riquÃsima aunque aún no muy extensa que compendia obras de la negrura de la obsidiana o comedias de sustratos trágicos. Y es que Witt reinventa los géneros y los hace suyos. Un autor siempre a descubrir…
Top 3 novelas recomendadas de Patrick deWitt
Despedida a la francesa
La perdición es una inercia que nos alcanza desde el flanco de la desidia, la desesperanza, el tedio o el nihilismo. Hay algo de enervante comicidad en quien se entrega a esa dolce far niente a los pies del abismo. Pero ante la trágica noción de advenimientos que apuntan a los protagonistas de esta historia a su particular declive, descubrimos curiosa y cómicamente un mismo sentido de lo inesperado que nos sacude a todos, voluntariosos hacedores de nuestro destino o simples y cómodos sobrevivientes sobre su tabla en mitad del océano…
Frances Price y su hijo Malcolm (ya adulto, pero que sigue viviendo con ella) llevan una vida sofisticada y regalada en el más glamuroso Manhattan, gracias a la fabulosa herencia del difunto marido de ella. Un marido sobre cuya muerte planean ciertas sospechas que señalan a Frances. Estos rumores la han dotado de un aura de viuda negra, pero no le han impedido seguir disfrutando de infinitos caprichos a golpe de tarjeta de crédito.
Hasta que tanto exceso acaba agotando la cuenta bancaria y de pronto madre e hijo se ven en la ruina y con la necesidad de comenzar de nuevo. Emprenden una huida hacia adelante con destino a ParÃs con Pequeño Frank, el gato de la familia, al que deberán introducir clandestinamente en Francia. Hay un motivo de peso para no dejarlo atrás: Frances está convencida de que en el cuerpo de ese felino habita el espÃritu de su difunto marido…
Los hermanos Sisters
El salvaje Oeste compone un imaginario salpicado de estereotipos con el denominador común del viaje, de la conquista, del dorado como promesa frente a la miseria de cada cual. El particular dorado de Charlie y Eli es más bien una encomienda, una siniestra misión para hombres de fe ciega. Solo que al sol del Oeste americano todo puede cambiar, incluso los planes más seguros.
Los Sisters viven en Oregon City y trabajan para el Comodoro, un magnate y quizá aspirante a polÃtico que mueve muchos hilos en las sombras y tiene múltiples y variados negocios. Los hermanos, todo hay que decirlo, son sus matones y a veces sus verdugos.
Y ahora van rumbo a Sacramento, en California, a cumplir un nuevo trabajo para su jefe, acabar con Hermann Kermit Warm, un buscador de oro. Porque la novela transcurre en 1851, en plena fiebre del oro. No se sabe muy bien en qué rÃo aurÃfero se encuentra Warm, y el comodoro ha enviado por delante a Morris, el dandy, que también trabaja para él y tiene que averiguar su paradero y seguirlo, para entregárselo a los Sisters.
Y la novela no es sólo la historia del encuentro con el excéntrico, sabio y aventurero Hermann Kermit Warm, a quien no saben por qué deben matar, sino que es también el camino, la cambiante relación entre los dos hermanos y los encuentros y aventuras que en esa deriva por el lejano Oeste se suceden: vagabundos, locos, burdeles, putas y hasta una peculiar contable que fascina a Eli, el menor de los hermanos, un moralista transitoriamente amoral a quien a veces le pesan su oficio y su soledad. Una novela muy seductora, negra y divertida.
El submayordomo Minor
Lucy Minor, un joven que está dejando atrás la adolescencia y adentrándose en el mundo adulto, se marcha del pueblo entre montañas del que no ha salido jamás. Lo hace después de sufrir un desengaño amoroso y constatar que en ese lugar en el que abundan los rudos gigantones será siempre un marginado. Lleva en el bolsillo una carta con una oferta de trabajo: un puesto de ayudante de mayordomo en el castillo Von Aux.
El ingenuo Lucy se topará con personajes variopintos: un mayordomo dado a filosofar y a la melancolÃa; una cocinera inepta que no acepta crÃticas; un aristócrata que cada dÃa envÃa una desesperada carta de amor sin obtener nunca respuesta; unos peculiares guerrilleros que combaten en las montañas sin saber muy bien por qué; dos ladrones profesionales que ejercen su oficio en los trenes, y Klara, la hija de uno de ellos…
Rodeado por esta galerÃa de excéntricos, Lucy indagará en la misteriosa desaparición de su antecesor, descubrirá en el castillo a un ser humano salvaje que come roedores, será testigo de una extraña orgÃa en la que una tarta se convierte en instrumento sadomasoquista, escuchará algunas historias sobre pérfidos seductores y maestros del engaño y, sobre todo, irá descubriendo las pasiones y pesares del mundo adulto y los vaivenes del amor, que «no es para pusilánimes».
DeWitt toma como punto de partida la novela centroeuropea, los antihéroes de Robert Walser y el universo kafkiano, y los mezcla con un protagonista que parece salido de un slapstick con unas gotas de cine expresionista. El resultado es un Bildungsroman posmoderno, que combina un humor descacharrante con una profunda mirada sobre las incertezas y perplejidades de un joven ante las paradojas de la vida.