Cuando me disponÃa a publicar mi primera novela (allá por el pleistoceno), comenté con el editor la posibilidad de sacar la obra bajo un pseudónimo que por aquel entonces me parecÃa interesante, sugerente. Me recomendó que no lo hiciera. Estaba convencido de que los alias eran usados tan solo por gente lo suficientemente conocida como para decidir ocultarse bajo esa autorÃa ficcionada.
Máximo Pradera cumple con ese perfil de personaje lo suficientemente conocido como para disfrutar con ese juego de los alter creadores. Y en esencia, por supuesto, para dar salida literaria a su melomanÃa hecha leitmotiv en todas sus propuestas novelÃsticas.
De hecho, el nombre de Joseph Gelinek proviene de un músico austrÃaco que pasó con más pena que gloria en lo musical, a la sombra del mismÃsimo Mozart.
Y el bueno de Pradera lo ha recuperado para la causa de este hÃbrido entre música, misterio e historia que compone en su bibliografÃa una sugerente propuesta que por momentos también se adentra en lo fantástico.
Top 3 libros recomendados de Máximo Pradera
El hombre que fue Sherlock Holmes
Con su habitual ingenio humorÃstico, pero sin dejar de lado una buena trama apasionante, el autor nos conduce por una trama a cada paso más delirante o quizás más y más lúcida. Porque como dirÃa Heinreich Heine: «La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabidurÃa misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca».
Una tórrida mañana de julio en el centro de Madrid. Nuestro protagonista, un médico que ha derivado en homeópata arruinado, recibe la llamada de su exmujer, que le hace una propuesta surrealista: perdonarle los meses de pensión de alimentos que le debe, por la custodia del hijo que tienen en común, a cambio de que aloje en su casa a su único hermano: un quÃmico genial que arrastra una larga depresión y que ha encontrado consuelo en las novelas de Conan Doyle.
Hasta tal punto se ha obsesionado con el personaje que ha dado en pensar que es la encarnación del verdadero Sherlock Holmes, como Alonso Quijano creyó ser don Quijote. AsÃ, aceptando el ultimátum de su exmujer -«¿cuñado sin pensión o pensión sin cuñado?»-, nuestro narrador se verá obligado a convivir con la «reencarnación» del detective más famoso de todos los tiempos y, como un trasunto del cronista Watson, le seguirá en sus investigaciones, acomodándose a su enajenación y rompiendo la cuarta pared con el lector.
El ficticio Holmes (siendo el auténtico un personaje de ficción en sÃ) se presentará como tal. Su vasta inteligencia y sus formidables dotes deductivas le permitirán impresionar a sus «clientes» y obtener de ellos un trato respetuoso frente a sus reflexiones tan certeras como decimonónicas.
El violÃn del diablo
Con esa vitola inquietante de los referentes reales, nos acercamos a un thriller temático para disfrutar bajo las notas de una gélida sinfonÃa de la muerte.
El cuerpo de la violinista Ane Larrazábal aparece exánime en pleno Auditorio Nacional de Madrid. Su stradivarius ha desaparecido y el robo asoma como una de las más que factibles causas.
Al menos de inicio, porque lo que no se puede escapar al policÃa Raúl Perdomo es que nadie se entretiene, tras un robo, en marcar el cuerpo de la vÃctima.
La palabra iblis escrita con sangre sobre el pecho de la vÃctima señala hacia ese mismo diablo que ha querido darle muerte. Es entonces cuando tenemos que sondear más acerca de la última pieza interpretada por la concertista. Puede que alguien acabara sucumbiendo a las notas de la obra más enrevesada para violÃn.
Porque la música es magia hasta bordear lo paranormal, desde esa cesión de nuestras emociones, desde esa entrega de lo espiritual… Nada mejor que la buena música para que el mismÃsimo demonio se sirva de ella para hacernos ceder a sus más oscuros ofrecimientos…
La décima sinfonÃa
Sobre los grandes siempre se ciernen las leyendas que ensalzan a la par que se sumergen en los oscuros pozos de lo mÃtico. Beethoven no podÃa ser menos y su leyenda más negra se escribe en un pentagrama incierto, el mismo en el que se recuperaron las notas sueltas de la décima.
Con la agudeza de la oportunidad sobre un tema tan sugerente, Máximo Pradera nos ubica en un tiempo actual en el que el director Roland Thomas presenta en petit comité lo que viene a ser la reconstrucción completa de la obra.
Para Daniel Paniagua sin duda Roland está en lo cierto y ha conseguido, a la luz o más bien a las maravillosas ondas de la música, hacerse con esa pieza siempre en tela de juicio. Daniel se vuelca entonces con todas sus fuerzas a la averiguación sobre lo que pueda haber de cierto en esa obra recuperada misteriosamente.
Los viejos mitos sobre el destino que espera a quienes se acercan a esta inacabada, tejiendo inicialmente con improvisación pero finalmente soldada en esta ocasión con la brillantez del genio incomparable.
Las sombras que se van cerniendo sobre Daniel lo acaban buscando refugio y ayuda en las autoridades. Entre todos ellos tratarán de discernir la verdad última sobre este extraño y mágico caso.
Otros libros de Máximo Pradera (o de Joseph Gelinek)…
Morir a los 27
Cuando se publicó esta novela, la leyenda negra de los cantantes fallecidos a los 27 malditos años se completaba, entre otros por Kurt Cobain, Janis Joplin, Jimmy Hendrix, Jim Morrison. Al año siguiente los acompañó con esa misma edad Amy Winehouse. Si la coincidencia no es para dar pistoletazo a una novela…
Bajo ese umbral extraño nos vamos adentrando en la vida de John Winston, lÃder de una banda de rock (en realidad se trata de un juego entre segundos nombres y tÃtulos de canciones de John Lennon y The Beattles). También encontramos a Chapman como autor del disparo, el famoso y macabro lector de El guardián entre el centeno)
Pero la Historia parece haber avanzado en un mundo paralelo que sirve al autor para ahondar en ese siniestro enigma del Club de los 27. Bajo la investigación del inspector Raúl Perdomo vamos deshaciendo el particular hilo propuesto en una trama laberÃntica sobre las cosas que jamás debieran pasar pero que el destino parece guardar para todo genio que se precie a descollar antes de llegar a la fatÃdica edad en la que el plan se ejecuta.
Un hombre insignificante del que todavÃa no conocemos ninguna razón para su soberbia. Escribe libros que no lee nadiey presentador de televisión insulso y acreditado insultador profesisonal que ha echado a perder el famoso refrán «De casta le viene al galgo». Su abuelo y tÃo, escritores brillantes no consiguieron transmitirle sus dotes artÃticas no pasando jamás de bobo voluntarioso nacido en una famila acomodada. Como decÃa tu abuelo ¡Arriba España!