Los 3 mejores libros del profundo Jonathan Littell

Mal alumno el que no supera a su profesor, se solía decir. Un hijo es también un alumno cuando se entrega a la misma tarea que su progenitor. Y sí, en el caso de Jonathan Littell apunta a superar a Robert, su padre.

Porque Jonathan Littell junior tiene ese galardón de postín que mostrar con recíproco orgullo a su padre, nada menos que el Goncourt 2006. Desde entonces el bueno de Jonathan ha proseguido con su devenir literario reafirmado en ese saber hacer y esa paciencia necesarias para hacerse a uno mismo escritor.

Desde sus arranques juveniles con obras de ciencia ficción o propuestas narrativas mas bien transgresoras a una literatura ya más depurada. Una narrativa la suya con ramalazos de ficción histórica, existencialismo por momentos kafkiano y ese gusto por la despersonalización y el extrañamiento que muestran los acontecimientos desde una lucidez en última instancia desgarradora.

Top 3 novelas recomendadas de Jonathan Littell

Las benévolas

Lo de empatizar con el mismísimo diablo es algo que yo también probé en mi libro «Los brazos de mi cruz«. La cuestión es considerar, como ya dijo Terencio, que humanos somos y nada de lo humano nos es ajeno. Para muestra este nuevo botón de Littell.

Mucho se ha escrito sobre el nazismo pero pocas han sido las novelas que han osado penetrar en la consciencia de un nazi. En Las benévolas, Jonathan Littell nos ofrece el punto de vista del verdugo, el oficial de las SS Maximilien Aue, quien décadas después del fin de la Segunda Guerra Mundial narra en primera persona su participación en la guerra y en las masacres en el frente del este, cuando tenía entre veinticinco y treinta años.

Nazi convencido, sin remordimientos ni reproches morales, Aue asume su compromiso con la maquinaria criminal de Hitler, como miembro de los Einsatzgruppen, y por tanto como responsable de crímenes contra la humanidad, en Ucrania, en Crimea y en el Cáucaso. Narra su intervención en la batalla de Stalingrado hasta que es enviado a Berlín donde trabaja en el Ministerio del Interior bajo las órdenes de Himmler, y colabora en la puesta en marcha y ejecución de la ‘Solución Final’.

Pero Las benévolas no es sólo una de las grandes novelas sobre el nazismo y la banalidad del mal. Es a la vez una indagación sobre el lado oscuro de las relaciones familiares y de las obsesiones sexuales. Max Aue vive asaltado por el fantasma del incesto con su hermana y por su homosexualidad, razón de su entrada en las SS, y por el odio a la madre.

De este modo, Historia y vida privada parecen entrelazarse en la fatalidad, al modo de la tragedia clásica. No en vano, el título de Las benévolas alude a La Orestiada de Esquilo. Electra de Sófocles y Vida y destino de Vasili Grossman son otros clásicos con los que la novela de Jonathan Littell dialoga. Las benévolas fue galardonada con el Premio Goncourt y el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa. Y sus lectores se cuentan por millones en todo el mundo.

Los relatos de Fata Morgana

Al fin y al cabo lo más hermoso es breve. El orgasmo sin ir más lejos. Así que una lectura orgiástica debe ser necesariamente breve, como un relato que te hace estremecer en ese suspiro de conexión que dispara las neuronas como espermatozoides. El escritor de turno siempre esconde sus narraciones más breves. Pero realmente lo breve está solo aguardando a conformar un volumen más consistente que la más extensa de las novelas. Porque en toda esa brevedad escrita por el autor reside la magia del oficio.

Mientras dormía, me decía: habría que escribir sobre esto y nada más, ni sobre la gente ni sobre mí, ni sobre la ausencia ni sobre la presencia, ni sobre la vida ni sobre la muerte, ni sobre las cosas vistas u oídas, ni sobre el amor, ni sobre el tiempo. Además, todo tenía ya su forma. De 2007 a 2012, Jonathan Littell publicó los cuatro relatos que integran este volumen en la pequeña y arriesgada editorial francesa Fata Morgana y que ahora se traducen por primera vez al español.

Fueron cuatro bellos libros breves casi clandestinos, de los que nunca apareció ninguna reseña: el laboratorio perfecto para un escritor que, como Kafka, piensa que «nunca puede hacerse el silencio alrededor de lo que uno escribe». Este lento período de desarrollo finalmente llevó a la escritura y publicación, también en Galaxia Gutenberg, de Una vieja historia, una nueva versión salvajemente expandida de la última historia de este volumen.

Los relatos de Fata Morgana

Una vieja historia

Una novela de la que estaría orgulloso el mismísimo Houellebecq. Pero claro, eso quiere decir que hay que pillar su lectura en el momento oportuno y con la predisposición necesaria. Eso sí, cuando todo confluye se dispara una mágica locura donde pasamos por todos esos planos que puedan describir nuestra realidad desde dimensiones desconocidas entre la consciencia, la otra vida y un viaje en el tiempo.

«Un narrador sale de una piscina, se cambia y empieza a correr por un pasadizo oscuro. Descubre puertas que se abren a territorios (una casa, una habitación de hotel, un estudio, un espacio más amplio, una ciudad o una zona salvaje), lugares donde se representan una y otra vez, hasta el infinito, las relaciones humanas más esenciales (la familia, la pareja, la soledad, el grupo, la guerra)».

La novela se organiza en siete variaciones, donde la acción parece repetirse, la misma familia, la misma habitación de hotel, el mismo espacio para el sexo, para la violencia. Pero a medida que todo se repite todo vacila, se vuelve inestable, la incertidumbre se convierte en principio. La identidad misma del narrador se transforma, hombre, mujer, hermafrodita, adulto, niño.

De esta manera Littell construye una ficción obsesiva, asfixiante, brillante sobre los bajos fondos del alma, en la que una vez más parece querer tratar al mal de tú a tú. Jonathan Littell ha escrito otra novela magistral. Como en Las benévolas, tampoco aquí el lector sale indemne de su lectura.

Una vieja historia
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