El paso del tiempo ubica a Ivo Andrić en ese limbo apátrida por su condición de yugoslavo durante la mayor parte de su vida y hasta su fin. Sin embargo, en ese decantarse natural según vivencias y querencias, Ivo fue más tendente al imaginario serbio.
Un decantado cargado siempre de significado para seguidores y detractores cambiantes en esas condiciones según la etiqueta nacionalista que proceda. Andrić acabó siendo referente serbio y, por tanto, vilipendiado por bosnios o croatas durante largo tiempo (ya ves, al final el odio también puede unir a partes mal avenidas…)
Rollos políticos aparte, Andrić es considerado en todo el mundo el mejor de los narradores de aquella zona balcánica (por terminar por las polémicas banderas y ceñirnos al arraigo al terruño). Y cierto es que sus novelas históricas tienen ese punto simbólico y metafórico que trasluce siempre explicaciones muy vivas de las grandes paradojas y contradicciones de naciones, patrias, nacionalismos, pasiones abanderadas y xenofobias promovidas…
Top 3 novelas recomendadas de Ivo Andrić
Un puente sobre el Drina
Cuando Ken Follett acometió la tarea de emprender la más extensa de sus novelas «Un mundo sin fin», la idea del puente de Kingsbridge sirvió como metáfora perfecta para esa simbología diversa entre unión y transcurso vital. Pero la idea ya venía de lejos… Porque en esta otra novela magistral, Ivo apunto al puente como significado de trascendencia de lo humano frente a la propia miseria de la condición humana.
La ciudad de Visegrad (Bosnia), situada a orillas del río Drina, tuvo un momento de esplendor en la Edad Media por constituir un puente de tránsito entre el mundo cristiano y el islámico.
Esta novela recoge la historia de esa comunidad plural y conflictiva, tomando como pretexto narrativo el gran puente de piedra que cruza el río, lugar de encuentro y paseo para sus habitantes. La larga crónica abarca desde el siglo XVI hasta principios del XX, y nos da cuenta de las tensiones y enfrentamientos que se suceden y heredan de generación en generación.
Suma de pequeñas historias particulares que constituyen la historia de una comunidad de comunidades, la antigua Yugoslavia, esta narración explica las raíces del odio y la violencia de la eterna comunidad imposible.
Crónica de Travnik
El paradigma de lo complejo de regresar a los lugares donde se fue feliz adquiere en el caso de este escritor yugoslavo una complejidad estremecedora. Por eso Ivo Andric regresa solo a medias hasta Travnik para acercarnos a una novela histórica que tiene mucho de semillas de todo lo que era, y aún es, la compleja zona del imperio austrohúngaro.
Estamos en el momento álgido de las guerras napoleónicas. Un diplomático francés, Jean Daville, es enviado a Travnik, una pequeña ciudad perdida entre las montañas de Bosnia, como cónsul.
La novela es el relato de su estancia allí entre 1806 y 1814, dando ocasión para ofrecernos un fresco de ese tiempo convulso en el que por primera vez los Balcanes se abren a Occidente. Alrededor de la pequeña ciudad, donde también se ha asentado el cónsul austríaco, la política napoleónica se escribe con fuego y sangre mientras que los dos cónsules, perdidos en el pequeño territorio de Bosnia, verán cómo sus ambiciones y juventud naufragan y se asfixian en medio de una comunidad arcaica, contradictoria e impenetrable.
Un paisaje humano en el que se entrecruzan imágenes de un mundo casi medieval con el desasosiego de las mujeres europeas y con las vidas cotidianas de los actores involuntarios de la pequeña historia: comerciantes, burócratas, artesanos, campesinos.
En la frontera entre la novela histórica, el relato intimista y la descripción etnográfica, esta novela del autor de Un puente sobre el Drina constituye una de las mejores evidencias de que la novela sigue siendo un género tan vivo como imprescindible.
La señorita
La más particular de las novelas que el autor centró en sus Balcanes. Las dos anteriores tramas tenían un fuerte componente histórico desde el que componer el entramado narrativo. En esta ocasión todo se sucede de dentro hacia afuera, del personaje al contexto. Diferente, más potente en ocasiones aunque quizás con menos prisma sobre la simbología general del empeño narrativo por cartografiar el devenir de un imperio hecho añicos.
La acción comienza en 1900 en Sarajevo, donde la heroína de la novela pasa una infancia feliz con su padre, un rico comerciante serbio que es su único centro de adoración. Sus negocios quiebran, y ya en el lecho de muerte, el padre hace prometer a la joven de 15 años que asumirá la responsabilidad de la casa en lugar de su madre.
Toda la vida de Rajka se regirá por este juramento. La señorita es un estudio de carácter. Como si se tratara de una comedia clásica, la personalidad y el comportamiento del personaje están predeterminados por una única obsesión dominante: la avaricia. Construida como una novela circular, esta obra ahonda en los detalles históricos, al mismo tiempo que trata la soledad humana con un estilo austero y sobrecogedor.