Lo de los genios incomprendidos se da más habitualmente en otros ámbitos creativos lejanos a la literatura como la pintura o la música. Lo digo porque quizás en Giovanni Papini tengamos a un Van Gogh. En demostrar la evidencia genialidad de Papini puso mucho empeño el mismÃsimo Jorge Luis Borges, quien pronto vió en Papini la rara avis del ingenio sin tamizado posible.
Nadie mejor que Papini para hacer crónica de sus dÃas de la manera más lúcida e interesante, mucho más allá de decepcionantes filias polÃticas y etiquetados inmediatos.
Porque más allá del Papini personaje, podemos encontramos en su obra con gustos muy dispares de la impronta variable del espÃritu dotado por encima de la medianÃa del pensamiento y la imaginación. Desde una intención crÃtica disfrazada de sátira, hasta una voluntad metafÃsica desde la parodia o un alcance mÃstico desde el convencimiento ateo.
Sorprendente para todo lector de cualquier época. Vanguardista entonces y ahora. Perderse por la bibliografÃa de Papini es darse un baño de nueva literatura en las cristalinas aguas de la lucidez de un narrador preclaro.
Estudió para maestro, pero ejerció pocos años antes de ponerse a trabajar en una biblioteca, donde se rodeó de lo que más disfrutaba: los libros. Fue entonces cuando comenzó su trayectoria como escritor, y lo hizo con historias cortas como El crepúsculo de los filósofos (1906), en la que critica la filosofÃa de Kant, Hegel o Schopenhauer y proclama la muerte de los pensadores; El trágico cotidiano o El piloto ciego (1907), en las que deja entrever rasgos del futurismo y el modernismo.
Top 3 libros recomendados de Giovanni Papini
Gog
El sustrato de esta curiosa novela es, ¿Cómo hemos llegado a involucionar tanto disponiendo de tantas mentes dotadas? Eso es lo que Goggins quiere saber. Y será por dinero. Goggins no tiene problema alguno en trazar su propio plan hacia la sÃntesis del mundo. Una excusa bajo la cual el autor se ofrece como el gran creador de sentencias que es, plagando de citas inolvidables cada entrevista de Goggins con los personajes que se sucederán frente a él.
Pero la necesidad de saber de Goggins no es la del altruista en busca de la solución. Tan sólo la del cÃnico que anhela sabidurÃa con la que sentirse más aún en lo alto de la atalaya desde la que divisa al resto de congéneres perdidos en la inopia. Al menos Goggins lo reconoce, no hay mano invisible de Adam Smith que actúe para bien en el mundo. Y él puede considerarse uno de los que da buena fe a los predicados del bueno de Smith. Pero la cuestión no es esa.
Lo importante para Goggins es saber qué piensas otros humanos como él a los que todos acuden para saber. Y asà es como hablamos con el mismÃsimo Lenin, con Edison o Freud, con Einstein o con Gómez de la Serna. Quizás lo que esos otros sabios le cuenten no le convenza del todo. Pero el asunto es acopiar opiniones. Porque cuando todo esto explote, cuando el mundo se reduzca a cenizas, Goggins quiere saber cómo ha podido pasar.
El piloto ciego
Si el virtuosismo de Papini es esa suerte de sÃntesis hecha literatura, ¿cómo no iba a predicar también en forma de relato o de cuento? Sumémosle un volumen centrado esencialmente en lo fantástico y acabamos por disfrutar de una obra diferente. Maestro de Dino Buzzati y discÃpulo de Edgar Allan Poe, «si los cuentos papinianos no reflejan el terror o la morbosidad de la temática de Poe, es evidente que en ellos se desborda la extrañeza y la reflexión metafÃsica, tratadas con mayor o menor grado de ironÃa y sarcasmo junto a una magnÃfica práctica del suspense, que acaba provocando en el lector un efecto abrumador de sorpresa, desconcierto y turbación».
En todos estos relatos, «envueltos en el humor cáustico de Papini», se refleja la melancolÃa que emana del escepticismo. A eso se referÃa Borges cuando afirmaba: «Estos cuentos proceden de una fecha en que el hombre se reclinaba en su melancolÃa y en sus crepúsculos…».
El diablo
El mal hecho figura. Protagonista de más historias que el bien, la bondad o que Dios. La atracción por lo demonÃaco y lo perverso convive con el ser humano, desde la pueril tentación de una manzana y hasta el reclamo demencial del demonio como última voluntad de Cristo antes del dolor y la locura.
¿Cómo no iba Papini a hablar de él? Pese a que mucha haya sido la tinta que se haya corrido para darle forma y sustancia al diablo. Pese a que muchos otros escritores como Poe ya lo hayan resucitado para retorcidos lectores. Todos adoramos en alguna ocasión al diablo. Aunque solo sea por el hecho morboso de saber qué nos puede esperar en el fin si no actuamos como debemos, o como nos han inculcado que debemos intervenir en nuestro paso por este mundo.
Papini nos enseña dónde está el diablo y quién comulga con él. El mal es un grandÃsimo crisol donde se funden todas nuestras vanaglorias y deseos retorcidos hechos odios y manÃas. Leer este libro es darte esa famosa vuelta por el lado salvaje, a lo Lou Reed versión Papini, con la misma cadencia musical hacia el descubrimiento del más que posible pacto de todos con él, con el mismÃsimo Diablo.