Los 3 mejores libros de Ernst Jünger

Cuando se señala a alguien desde facciones opuestas, lo más probable es que se trate de que esta persona disponga de una verdad más cierta que ninguna de las otras dos partes. Cosas de la tendencia a la polarización. Crítica a la tibieza ideológica o la equidistancia, como se dice ahora. Y sin embargo, como siempre, la virtud sigue estando en el medio.

Uno de los casos más representantivos de este señalamiento ciego es el del escritor Ernst Jünger. Posiblemente sus convicciones políticas y su filosofía se movieron más que las de otros cuando llegó el momento de tomar partido, allá cuando Hitler empezaba a asustar de verdad… Y eso que Jünger pasaba por ser uno de los más referidos nacionalistas alemanes del momento.

Desubicarse en el peor momento a nivel pragmático para uno mismo. Llegados los primeros sismos de la Segunda Guerra Mundial, Jünger hizo su particular mutis por el foro. Y claro desde la izquierda siempre lo había visto como enemigo y la parte conservadora lo contemplaba en su velada deserción, manifestada más que nada en sus obras hasta su dimisión como oficial del ejército en 1944. O sea, al final apestado por todos en su propio país.

Pero este blog va de literatura y sobre eso, Jünger también escribió brillantes páginas en sus novelas además de otros libros de historia o ensayo. Empapado por la épica pero también entregado a la misión de contar las crudezas de su época en la ensombrecida Europa, que no terminaba de una tormenta bélica y ya estaba en otra, este autor complementa de alguna forma al gran genio alemán Thomas Mann. No es que se encuentre a su altura pero sí aporta esa visión en paralelo, sin llegar a las cotas de trascendencia de Mann pero con ese ejercicio de acercamiento a narrativa bélica jamás tan cercana, o algunas otras historias que ficcionaban maravillosamente sobre la política de aquellos tiempos de entreguerras.

Top 3 libros recomendados de Ernst Jünger

Sobre los acantilados de marmol

Con el paso del tiempo algunas obras adquieren la dimensión oportuna. Y precisamente eso, un oportunismo entre mágico y preciso del filósofo enfrentado a la misión de vaticinar los derroteros de su entorno social y político, se desliza en esta obra alegórica que apunta a la distopía a punto de materializarse.

Publicada en 1939 en pleno comienzo dela IIWW, es de suponer que se materializó durante bastante tiempo antes del desenlace bélico. Cierto es que la particular vivencia del autor en la Gran Guerra que previamente ya había desangrado a Europa, completó esa capacidad para adivinar el desastre.

Y eso que la novela en sí puede disfrazarse perfectamente en su metáfora, en su ubicación imprecisa en el país llamado La Marina. Alli viven el narrador y quienes quedan de su familia después de un conflicto que acabó separando a unos y a otros. La paz, pese a la guerra previa, no apunta a una solución final. La amenaza nunca cesa desde la oscuridad del bosque próximo a los acantilados, donde el Guardabosques siempre acecha.

Una especie de milicias de este Guardabosques se empeña en la destrucción de los habitantes de La Marina. Y visto lo visto, solo el conflicto abierto puede poner fin a los abusos y crímenes del dictador venido de esos oscuros lares cubiertos de gigantes árboles donde apenas penetra la luz.

Sobre los acantilados de marmol

Tempestades de acero

Antes de la segunda estuvo la primera. Y entonces se llamó la Gran Guerra. Media Europa vió como sus jóvenes perecían en un frente donde se encontraban facciones que unián a grandes grupos de países.

Entre los muchachos enviados a matar o morir, se encontraba un Ernst de 19 años que acopió vivencias reunidas finalmente en 1920 para gusto y gloria de los nacionalistas más acérrimos como el propio Hitler.

Ernst pasó a ser entonces esa especie de referente utilizado por esos mismos nacionalistas y sentó las bases para su futuro en el ejército. Páginas teñidas entre la sangre de los soldados y el tinte de la épica.

Historias que recorrían trincheras u hospitales. Desde un punto de vista algo macabro, se puede ver este libro como una obra iniciática para soldados dispuestos a aferrarse al ideal de la destrucción. Aunque considerándola desde un aspecto más frío y analítico, el relato es una de las más grandes muestras de literatura más que bélica, de la guerra en sí misma.

Una composición no exenta de la intensidad propia de la juventud del autor, quizás capaz de idealizar o al menos transformar algunos de los hechos pero siempre fiel en el efecto final del desastre humano.

Tempestades de acero

La emboscadura

Uno de esos ensayos sofisticados pero en el que, una vez emprendida una lectura reposada, se divisa una intención transformadora del individuo.

Habiendo vivido guerras y habiendo afrontado ideologías desde diferentes prismas, Jünger pasa por ser ese pensador fundamental, quizás junto a otros como Orwell, hacia la liberación de la distopía, un aspecto del futuro que pasa por la alienación y el miedo a la propia libertad. El ser humano necesita para ser inviduo social pautas y referentes éticos. El problema es quién los marca o quién los sabe utilizar en provecho propio.

Por desgracia, los más avispados han sido siempre los más ambiciosos. Y la ambición acaba por sacar lo peor de cada uno. Escrita desde la calma posterior al desastre, entre los escombros de la Alemania derrotada y además apalizada en su separación entre Este y Oeste, esta llamada al emboscado, a quien escapa y se agazapa en espera del momento propicio, sirve para todo momento de sometimiento.

Cuando corren tiempos duros. justificar la injusticia no es algo tan dificil de hacer, tan solo hace falta un mínimo de esperanza de que no vas a volver a ser castigado, ni de que uno mismo va a tomar el lugar de quien sufre la injusticia.

La emboscadura
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