Los 3 mejores libros de David Lodge

El inglés David Lodge es uno de esos grandes escritores con más de medio siglo de carrera a sus espaldas aunque soterrado por la vorágine de lo comercial. Porque lo que está claro es que, más allá de que lo importante sea el hábito de la lectura, para tener siempre el cerebro ejercitado como ese «músculo» más trascendental, el éxito de los superventas de género taponan la llegada de esa otra literatura de mayor alcance en fondo y forma.

Sin embargo nada que reprochar, es cuestión de elección lectora. Yo mismo soy de los que me lanzo a lo nuevo de Jöel Dicker en cuanto sale. Tan solo se trata de reconocer que autores como Lodge aportan a la literatura un valor añadido solo reconocido en ocasiones, a nivel de ventas, con el paso del tiempo, cuando las obras de los escritores más excelsos son longsellers y ellos pueden estar criando malvas.

Por parte de Lodge (aún con frescura y recorrido suficiente), va sacando con la cadencia impredecible de las novelas o ensayos bien madurados nuevos volúmenes que transmiten esa noción de necesidad de lectura sosegada, gratificante cuando se le destina la mayor de las atenciones como a una amante recelosa.

Una vez entregado a la causa de descifrar a Lodge para disfrutar con sus historias se descubre incluso un gélido humor nacido de la clarividencia sobre la vida, siempre con la idea de un criticismo que lo revisa todo, desde la religión o las ideologías hasta la moda. Se nos despierta así con Lodge esa vieja sensación de que la literatura puede ser algo más que narrar hacia la única curiosidad del desenlace, cuando todo lo narrado tiene un punto finalista.

Top 3 novelas recomendadas de David Lodge

La vida en sordina

Lo de la sordera siempre resulta curioso. Lo digo porque cuando encontramos a un invidente nos deshacemos solícitos a prestar ayuda con todas nuestras atenciones. Y sin embargo cuando nos encontramos con un sordo, levantamos la voz más con tono desesperado e incómodo, añadiendo casi siempre una coletilla inaudible quejándonos de tal situación.

Quizás por eso Lodge eligió la sordera como la discapacidad que sobrevuela a su historia y que acaba por ser traba comunicativa mayor de los que oyen que de quien quisiera poder escucharlo todo. Cuando la universidad fusionó el departamento de lingüística con el de inglés, el profesor Desmond Bates se acogió a la jubilación anticipada, pero no la disfruta; añora la rutina del año académico.

El tardío éxito profesional de su mujer, Winifred, cobra cada vez mayor pujanza y reduce al marido al papel de acompañante y «amo de casa», al mismo tiempo que el aspecto rejuvenecido de la cónyuge torna más incómoda la conciencia de la edad que les separa. Pero estos descontentos no son nada comparados con la congoja de la pérdida auditiva, que es una fuente constante de fricción doméstica y de dificultad social. Por culpa de su sordera, Desmond se ve enredado en las redes de una joven cuya conducta caprichosa amenaza con desestabilizar su vida de jubilado.

La vida en sordina

Almas y cuerpos

Quizás ahora no tanto, no al menos en nuestras sociedades occidentales, pero hace pocas décadas lo del despertar sexual parecía un asunto en el que lo religioso también tenía su rol educativo. En esta ocasión nos acercamos a la Inglaterra siempre moralista en los círculos más selectos (y por extensión en todo aquel entorno que quisiera hacer gala de cierta prestancia), y en la paradójica actitud de una juventud inglesa de todos conocida cuando apartan las estrecheces de sus roles.

Todos cabalgamos nuestras contradicciones. Pero las peores son aquellas que se despiertan entre cuerpo y alma, entre el éxtasis de lo carnal en plena juventud y la llamada a la contención de la tradición católica inmersa en pleno estallido social de los sesenta…

Polly, Dennis, Angela y Adrian, un grupo de jóvenes católicos ingleses, se ven, como todos, obligados a mantener su «inocencia espiritual» y su virtud durante sus años de universidad en Londres. Pero los sesenta no son precisamente una época sencilla para mantenerse firme en las «buenas costumbres». Por un lado, están el sexo y la píldora; por otro, la Iglesia no deja de amenazar con las penas del infierno a los más temerarios.

Los años transcurren y el grupo pasa de la virginidad militante al matrimonio más o memos avenido, y luego al adulterio y al descreimiento más absoluto. ¿Hasta dónde puedes llegar si Dios te está vigilando constantemente? Furiosamente autobiográfica, «Almas y cuerpos» es un ácido retrato de la Inglaterra que pasa de la de la fe a la pérdida total de la inocencia. Afilado y controvertido, vuelve el mejor David Lodge con una comedia negra sobre sexo, catolicismo y juventud. Una novela de campus inolvidable, cínica y divertidísima.

Almas y cuerpos

Terapia

El toque de humor de Lodge nace siempre desde una suave pátina de sátira. Lo suficiente como para descomponer las primeras capas de las férreas defensas de la moral o la costumbre. Porque no hace falta ahondar más, una vez despellejado el oropel, el buen lector se encarga de cuestionarse todo lo demás. En ese sentido Lodge ofrece un humor elegante, iniciático, que despierta la crítica e invita a preguntarse sobre lo real de cada personaje o su simple fachada.

Lawrence Passmore, Tubby para los amigos, debería sentirse satisfecho de la vida. Ha llegado a la mediana edad felizmente casado con una mujer guapa e inteligente a la que ama, es el guionista de una sitcom televisiva que se ha mantenido durante años en pantalla y le ha hecho moderadamente rico y famoso. Vive en un idílico pueblo próximo a Londres, lejos del mundanal ruido, y mantiene un pisito en la ciudad donde pasa agradables interludios con una amante platónica, para no olvidar del todo el mundanal ruido.

Terapia
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