Los 3 mejores libros de Colm Tóibín

Al igual que otros grandes autores (como el mismísimo Frank McCourt, también irlandés con el que Colm Tóibín comparte paisajes de memoria hechos literatura) Tóibín hace en muchas ocasiones de su narrativa un juego de espejos entre su mundo y la ficción planteada.

Conociendo al autor se descifra mejor la intencionalidad de su obra, los focos en aspectos personales de sus protagonistas o en escenarios de su propia vida.

Pero la gracia está en hacer de eso, de lo personal, un espacio universal. Y Tóibín consigue extrapolarlo todo hacia lo más enteramente humano. Porque en lo excepcional, en lo extraño, en el alma abierta de par en par es donde acabamos identificándonos más que con supuestas normalidades o medianías.

En la bibliografía de Colm Tóibín encontramos temáticas variadas y saltos entre ficción y no ficción. En su más de diez novelas disfrutamos de planteamientos siempre innovadores entre escenarios recurrentes, en algún caso metaliterarios en busca del trasunto de todo escritor inmerso en océanos de palabras…, siempre uno de esos autores que trasciende la literatura a otro nivel.

Top 3 libros recomendados de Colm Tóibín

La casa de los nombres

La Orestíada tiene ese punto de obra inmortal. Su inmaculada conservación desde la antigua Grecia hasta hoy, la convierten en un enlace con el origen de nuestra civilización, en un cauce de comunicación con ese mundo en el que todo empezó.

Y como reza la cita latina: “Nihil novum sub sole”, la interpretación de este libro La casa de los nombres, de Colm Tóibín, nos recuerda precisamente eso, que no hay nada nuevo bajo el sol. El teatro por el que pasaran los personajes de la Oriestíada de Esquilo sigue siendo el mismo hoy. Porque, citando en esta ocasión a Terencio: Homo sum; humani nihil a me alienum puto. O sea que nada de lo humano no es ajeno.

Desde el primer humano hasta el que pronuncie el último adiós, habremos sido lo mismo, las mismas emociones, los mismos dolores y pasiones, la misma ambición, el mismo odio y un idéntico amor como única voluntad capaz de engarzándolo todo.

De cualquier forma, en lo práctico, siempre resulta arriesgado visitar un clásico y retirar parte de su pátina para que encaje bien en el tiempo actual. Solo el profuso conocimiento de la intención que se mueve tras una obra clásica de este calado posibilita esa mágica traslación de las sensaciones e intenciones del autor.

Pero no cabe duda de que Colm Toíbín lo consigue. Da en la tecla. Acierta en la elección del personaje más profundo de la obra: Clitemnestra, la mujer y madre llena de rencor y necesitada de justicia finalista. Alcanzar a penetrar la psique de este personaje femenino milenario confiere a esta interpretación la etiqueta de obra maestra.

Como resultado encontramos una trama con la que cultivarnos a la vez que revivimos la Historia de nuestros más viejos antecesores, esa historia que quedó maravillosamente grabada en las leyendas y mitos que la Oriestíada trajo hasta nuestros días.

La casa de los nombres

Brooklyn

Los irlandeses encontraron en Nueva York su tierra prometida e hicieron de esta ciudad una colonia con su idiosincrasia importada y mantenida hasta hoy en constante mestizaje ya.

El asunto de los irlandeses hechos ya americanos tiene algo de romántico al iniciarse en el siglo XIX. Y eso despierta imágenes cautivadoras que sobrevuelan la sórdida realidad de una ciudad masificada ya en aquellos años y con una vida suburbial muy temida.

Esta novela se ubica mucho después, a mediado del siglo XX, pero mantiene ese gusto entre lo romántico, lo melancólico y un aura de lo inesperado que mueve la vida de Eilis Lacey, decidida a hacerse nueva vida en Brooklyn dese su Irlanda profunda natal.

Con la templanza, el virtuosismo y la perspicacia psicológica del maestro contemporáneo que es, Colm Tóibín, uno de los mejores escritores irlandeses de nuestros días, ha construido una historia estremecedora sobre el destino cuya diáfana superficie esconde un fondo donde se abisma una complejidad inagotable.

Poco a poco, Eilis se abre paso en el Brooklyn de los años cincuenta y, a despecho de la nostalgia y los rigores del exilio, encuentra incluso un primer amor y la promesa de una nueva vida. Inesperadamente, sin embargo, trágicas noticias de Irlanda le obligan a regresa y enfrentarse a todo aquello de lo que ha huido.

Brooklyn, de Colm Toibin

El testamento de María

Cuando J.J. Benítez nos presentó su obra finalmente serie «Caballo de Troya», descubrimos ese posible mundo paralelo en torno a la existencia de Jesucristo.

Ficciones a parte, el mero hecho de ambientarte en aquellos días de tan trascendental personaje suponía un gran aliciente que gracias a documentación y ambientación, era todo un acierto incluso más allá del argumento en sí.En esta ocasión es Colm Tóibín quien se adentra en María, la madre de Dios, en sus días después de perder a su hijo de tan infausta manera. Nada que ver con grandes ficciones, todo lo contrario. Nos acercamos a la madre en busca de respuestas para hallar algo de paz.

El dolor de la pérdida de María se hace en el imaginario católico paradigma de nuestra existencia, ejemplo hacia la resiliencia. Desde ahí Tóibín traza ese desgarro esencial de nuestro sino como especie con conciencia de nuestra limitación esencial: el tiempo.

En este relato sobrecogedor Colm Tóibín da voz a María, una mujer desgarrada que, tras la violenta muerte de Jesús, rememora los extraños y convulsos acontecimientos que le han tocado en suerte. Aquí quien habla no es virgen ni diosa, sino una madre judía, ciudadana de un extremo del imperio romano donde aún alientan ritos helénicos, convencida de que su hijo se ha dejado corromper por nefastas influencias políticas.

Sola y exiliada, nostálgica de su marido y de una época de calma y seguridad que de pronto quedó destruida por la implicación de Jesús en disturbios, aparentes sanaciones milagrosas y confabulaciones que acabaron con la crucifixión del hombre que había llevado en sus entrañas, María recuerda y habla.

Con extraordinario virtuosismo y admirable capacidad dramática, Colm Tóibín compone a lo largo de estas páginas un verdadero stabat mater contemporáneo, lleno de luz y dolor, un lamento que nace de la tradición y llega hasta nuestros días.

El testamento de María
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