El género de terror suele ser un abrevadero para escritores de todo tipo de géneros satélites que de vez en cuando se sumergen en esta narrativa de infiernos y oscuridades materializadas entre nosotros. Asà que casos como los de la británica C.J. Tudor o el estadounidense J.D. Barker (abreviaturas como meras coincidencias) resultan loables ejemplos aunque también buscan esa significación del miedo hecho literatura marcado a fuego con sus iniciales.
Y sÃ, con un Stephen King en franca retirarada de los horrores que gobernó con mano firme desde finales de siglo XX para adentrarse en fantasÃas, distopÃas y todo lo que le sale de los mismÃsimos con éxito asegurado, una escritora como CJ Tudor patrimonializa de manera eficiente los horrores de psicopatÃas y monstruos de nuestros dÃas.
Lo paranormal siempre nos enfrenta a dimensiones desconocidas. Cuartas dimensiones que bien puede suponer todo un reto a ciencia y conocimiento como que pueden ser prolÃfico espacio inabarcable donde acechan las sombras de un mal que se nos manifiesta asiduamente en nuestro mundo. Si Dios no exite todo está permitido, como dirÃa Dostoievsky. Libros como los que nos ofrece Tudor ni confirman ni desmienten la existencia de Dios, solo despiertan el escalofrÃo de la duda, de que todo ese mal contenido pueda alguna vez encontrar su particular agujero de gusano desde el que asaltar nuestro mundo por fin.
Top 3 novelas recomendadas de CJ Tudor
Las chicas de Chapel Croft
El imaginario popular es cada vez más amplio en cuanto a referentes para el terror. Todo empezó con la oscuridad y el descubrimiento del fuego como único remedio para poder asomarse al mundo durante las horas nocturnas. Antaño fue más fácil… Ahora todo puede tender a oscurecerse a poco que se fuerce la máquina, desde un simpático payaso hasta una enternecedora pareja de niñas…, pasando por ese amable cura que nos mira siendo niños en espera de nuestros peores pecados…
Una oscura historia se agita en Chapel Croft. A una larga lista de desapariciones y muertes se une la del sacerdote de la parroquia local, que se ahorcó en su propia iglesia hace solo unas semanas.
Para sustituirlo, llega al pueblo Jack Brooks. Trae consigo una hija de catorce años y una conciencia atormentada, aunque confÃa en empezar aquà una nueva vida. Pero lo que encuentra es un lugar lleno de conspiraciones y secretos donde le espera un extraño regalo de bienvenida: un kit de exorcismo y un siniestro mensaje.
Cuanto más profundiza en la ciudad y llega a conocer a sus peculiares habitantes, más parecen surgir antiguas disputas, misterios y sospechas. Y cuando su hija Flo comienza a ver espectros de chicas ardiendo, resulta claro que los fantasmas de Chapel Croft se niegan a descansar en paz.
Pero descubrir la verdad puede ser letal en un pueblo con un pasado sangriento, donde todos tienen algo que esconder y nadie confÃa en los extraños.
La Otra Gente
De manera recurrente nos encontramos con el resurgir de la literatura o el cine sobre espÃritus, esos entes que vagan por los intersticios de nuestro mundo en busca de una resolución final a su causa. Porque sin arreglar algunos asuntos pendientes las almas no pueden escapar por fin de ese extraño deambulatorio que es el purgatorio, un frÃo lugar donde ni los propios espÃritus están aún libres de caer a los infiernos si fracasan…
Mientras conduce hacia casa una noche, Gabe ve aparecer la cara de una niña en la ventanilla posterior del viejo coche oxidado que tiene delante. Solo pronuncia una palabra: «Papá». Es su hija de cinco años, Izzy. Nunca la vuelve a ver.
Tres años después, Gabe pasa sus dÃas y sus noches recorriendo la autopista en busca del automóvil que se llevó a su hija, negándose a perder la esperanza aunque la mayorÃa de la gente crea que Izzy está muerta. Fran y su hija, Alice, también han hecho muchos kilómetros por la autopista. No buscan. Huyen. Tratando de mantenerse un paso por delante de quienes quieren hacerles daño. Porque Fran conoce la verdad. Sabe lo que realmente le pasó a la hija de Gabe. Sabe quién es el responsable. Y sabe lo que les harán si alguna vez las alcanzan…
El hombre de tiza
Ya sabemos que la infancia por definición es un tiempo de felicidad. Pero en ciertos géneros los contrastes son de lo más fructuoso para asentar una buena trama. Cuando leemos un thriller o una novela de terror esperamos un punto de desconcierto que nos haga removernos inquietos, trastocando esos espacios en los que solo podemos intuir seguridad, felicidad y bondades varias.
La paradoja es una sensación sumamente realista que, sin embargo, nos saca de nuestros esquemas. Todo empieza con una apacible lectura sobre unos niños traviesos, inquietos, pero enseguida la historia se trastoca. A sus doce años, Eddie participa de su natural mundo imaginativo, desbordante de buenas y malas ideas con las que pasar el rato junto a sus amigos de cuadrilla (El paradigmático caso de It del propio Stephen King)
El problema estriba cuando una de esas malas ideas los aproxima a un espacio en el que la imaginación acaba sintonizando el canal del mal, ese que ronda ideas sobre la locura, los sueños más aviesos y una desasosegante deriva real finalmente.
El Hombre de Tiza es el personaje al otro lado del espejo de la infancia, ese ser oscuro que anhela que unos niños imaginen demasiado y se acaben entregando a sus fantasÃas provenientes desde el lado oscuro. Y Eddie fue su canal de difusión gracias a un particular incidente…
Eddie accede entonces a un particular plano de comunicación, introduciendo a sus amigos a un fascinante juego en el que consiguen esbozar ese deseado mundo aparte de los niños. Pero el canal de comunicación acaba siendo ocupado por completo por el Hombre de Tiza, quien gracias a ellos trazará un malévolo plan para lanzarse a la ocupación de más y más almas.
El cuerpo de una primera vÃctima, una pobre niña, descubrirá el atroz mundo al que han accedido Eddie y sus amigos. Y quizás ya sea demasiado tarde. Sus vidas pueden estar rastreadas por ese mal capaz de rehacerse con el paso de los años…
Otros libros recomendados de CJ Tudor…
La desaparición de Annie Thorne
Una voz aparentemente sosegada, la de Joe Thorne, nos transmite desde una distancia de seguridad inicial, el relato de la desaparición de su hermana Annie. El ayer y el hoy vuelven a hacer la goma sobre un tiempo que parece enlazado por la siniestra sensación de que el mal lo gobierna todo, pasado, presente y futuro, de no ser que la cuerda se rompa finalmente.
La clave, el lugar donde podrÃa cortarse el asfixiante nudo del miedo está en Arnhill. Solo que Arnhill pasa por ser un lugar cubierto por el polvo del ayer, como los peores recuerdos de nuestras vidas, como los peores momentos de angustia.
Joe duda. No sabe si hace bien en volver y asà nos lo deja claro. Algo dentro de él lo impele a salir corriendo una vez más, como cuando tenÃa quince años y su pequeña hermana regresó de los abismos en los que su alma quedó atrapada en los apenas dos dÃas que permaneció dessaparecida.
Pero quien sea que gobierna las sombras, el miedo y la locura sabe que tan solo hace falta tirar un poco de la cuerda para que Joe tenga que volver a enfrentarse con él en la más injusta de las luchas. Porque en el bloqueo que nace del miedo no puede haber contrincante, tan solo posesión del alma como consecución final de la demencial obra.
Pero nada mejor para asegurar que Joe regresará a Arnhill que recurrir al recuerdo de la culpa. Porque él siempre supo que de no haber visitado la vieja mina, nada hubiera ocurrido. Annie no hubiera quedado en ese estado de inquietante shock y él no habrÃa hipotecado sus dÃas entre la oscuridad bajo su cama.
La historia, como es natural va de más a menos en intensidad. Pero también es cierto que la aparición del correo que cita indirectamente a Joe con su pasado es una idea tan potente que ya supone suficiente gancho para seguir devorando páginas mientras nos adentramos por las galerÃas de esa mina, la metáfora perfecta del camino hacia la introspección del terror atávico que cobija Joe.
Lo sobrenatural se acaba deslizando poco a poco, sin las estridencias de pretendidas obras de terror fácil. Las descripciones en torno a Arnhill se bastan para tocar esa fibra del suspense más desquiciante, el que te impide abandonar la lectura.
Y está ocurriendo de nuevo… Esa segunda parte del correo es la que aporta una tensión que lo va cubriendo todo. Joe vuelve a ser el niño preocupado por su hermana, aún desconocedor de lo que les espera a él, a su hermana, a todos sus amigos de antaño y a cualquier otra persona de ese pueblo ya maldito gracias al ánimo de aventura de unos pobres niños.