Hay quien llega a la literatura breve y se queda. El destino del escritor de relatos es algo así como si Dante no hubiera encontrado jamás la salida del infierno. Y allí se quedaron Dante por un lado y Chimal por el suyo como fascinado en ese extraño limbo de las pequeñas historias ardientes, capaces de mayores giros y reflejos.
Destellos de realismo cuajados de lo alegórico y lo onírico. Duermevelas literarias tan escuetas como maravillosamente extensibles hacia universos insospechados. Alberto Chimal sabe que el relato es como la línea recta, el camino más corto y directo a la imaginación del lector. Porque no hay que andarse con vericuetos ni circunloquios, ni presentaciones ni rodeos. El relato anda desnudo por el mundo desde que nace hasta que muere. Y cada lector tiene el encargo de revestirlo en su imaginación.
Poe, Cortázar o Chejov hicieron del relato su hábitat natural. En el presente Samanta Schweblin o Alberto Chimal siguen en esa tierra de nadie, cultivando breves trascendencias con sabores nunca antes paladeados gracias al particular arraigo de todo lo que suene a cuento, a intrahistoria de instantes, a historia como pie de foto de la fotografía de la realidad.
Top 3 libros recomendados de Alberto Chimal
Manos de lumbre
El mejor ejemplo de ese transitar el extrañamiento hacia la alienación o el desconcierto pero también hacia la pasión por lo desconocido. Porque todo depende del prisma con el que nos toque mirar. Las circunstancias mandan y en base a ellas los personaje de estas historias nunca son los mismos. Un libro para leer y releer en distintos momentos y así descubrir diferentes mensajes y despertar dispares sensaciones.
Un escritor que practica el plagio literario, una mujer obsesiva bajo una maternidad malentendida o una enferma frente al trance de elegir son algunos de los personajes de Alberto Chimal que conviven con su propio infierno, con su propio disimulo, manipulación o incertidumbre.
Chimal enciende una prosa que subraya el matiz de lo fantástico y que explora siempre límites, siendo así su literatura juego e hipnosis donde introducirnos y, posiblemente, quemarnos.
La saga del viajero del tiempo
Es curioso. No es que se trate de la red social más literaria a tenor de su limitación de caracteres. Y sin embargo, como si de un reto se tratara, al abrigo de twitter (nunca se llamará X) se han desarrollado maravillosos hilos hechos literatura de muchos quilates. Alberto Chimal no podía abstraerse del asunto…
Durante varios meses, Alberto Chimal escribió a través de Twitter una serie de microrrelatos que tomaban como punto de partida el posible viaje que el Viajero del Tiempo, protagonista de La máquina del tiempo, de H. G. Wells, pudo haber emprendido al final de la novela.
Estas pequeñas estampas, que representan un homenaje no solo a Wells sino a la ciencia ficción, nos transportan al pasado, presente y futuro donde podemos observar el mundo desde un punto de vista privilegiado y presenciar tanto grandes acontecimientos de la historia falsos y verdaderos, así como sucesos cotidianos casi imperceptibles.
Los textos, a manera de instantáneas, asimismo ofrecen al lector retratos muy particulares de todo tipo de personajes —históricos, literarios, reales o ficticios— a quienes el Viajero del Tiempo, y de paso también su gato, encuentran en su camino: escritores como Sor Juana Inés de la Cruz, William Blake, Edgar Allan Poe y Jane Austen; personajes literarios como Helena de Troya, Drácula, el Hombre Invisible; iconos reconocidos y también iconos por conocer.
Como si la ficción formara parte de otra dimensión temporal, esta propuesta nos invita a navegar en la máquina del tiempo que es el propio libro, de la mano de uno de los narradores más audaces de la literatura mexicana contemporánea.
Los atacantes
Todos hemos sacado la conversación en algún momento. Relajadamente, entre amigos, comentamos que nuestro móvil nos enseña publicidad segmentada (eufemismo tétrico donde los haya). El problema es que incluso un anuncio de la nueva televisión de la marca X nos aparece tras haberlo comentado de palabra, no en búsquedas en Google. Nos ven, nos oyen… ¿Qué no saben de todos y cada uno de nosotros?
Las cámaras de seguridad nos han dado la tranquilidad de tener a alguien velando por nosotros. Pero también la incertidumbre de que siempre habrá algún otro vigilándonos. La ciencia ha erradicado enfermedades, pero también ha creado monstruos e infecciones impensables. El correo electrónico, las redes sociales, un teléfono en el bolsillo: consuelos para la soledad, mejoras en la comunicación, pero también el principio del fin. Acosadores, stalkers, suplantadores. Atacantes de nuestro confort.
Con un imaginario y una estética absolutamente personales, Alberto Chimal –una de las grandes revelaciones mexicanas de los últimos años– nos ofrece, agazapado entre siete magistrales relatos, el terror con el que convivimos, aun sin percatarnos. Un libro de cuentos de miedo –no necesariamente de horror– que mira en las esquinas más negras de nuestra sociedad, sin renunciar tampoco a la imaginación más libre, a la mirada más fantástica, al humor e incluso a la poesía. Aunque esta sea la poesía que llega con el final del mundo.
Conmiseración, quise decir.
Consimeración, quise decir
La vida diluída como el hielo en la bebida.