El don de la versatilidad creativa encuentra en Alan Bennet uno de sus más fecundos representantes. Porque la obra de este autor inglés se mueve a golpe de timón entre el teatro, el cine, las series de televisión, la radio, el teatro y por supuesto también la literatura.
Con esa solvencia con la que solo saben moverse los creadores que frisan el genio creativo y que se dejan llevar por inquietudes sin miedo al cambio de registro, Bennett consiguió su repercusión literaria por medio de ensayos, biografÃas y novelas. Buscando una comparación cercana, alguien como David Trueba con su variada paleta creativa en torno al cine, el ensayo o la novela podrÃa, con el paso del tiempo, esbozar una trayectoria creativa similar.
En esta entrada nos centramos en esa parte de ficción de Bennett, en sus novelas más destacadas que precisamente se convierten en su obra más postrera, quizás con la intención de que sus tramas ganen ese poso de lo vivido, de la experiencia, del valor añadido de un escritor con incomparable bagaje cultural y vital.
Si bien es cierto que este apartado de la ficción novelada no es donde el autor se prodiga en mayores desarrollos, su formato fetiche de novela corta consigue siempre el efecto deseado de la sÃntesis de sus ideas humanÃsticas, casi filosóficas sin perder de vista una querencia por escenificar dentro de una especie de surrealismo para pincelar humor, desconcierto y excentricidad.
Top 3 novelas recomendadas de Alan Bennett
Una lectora nada común
Isabel II como protagonista de una novela corta acerca de la literatura. Una trama de escenarios imposibles y de argumento exótico para que en el extrañamiento quedemos preñados por los resultados. Porque todo personaje fuera de lugar empieza por ganarnos en lo disruptivo.
Que la reina de Inglaterra acabe entrando en una biblioteca ambulante junto a la zona de servicio de palacio nos desubica nada más empezar. Desde la casualidad que la conduce hasta ese pequeño espacio repleto de libros se desencadena en una introducción al paraÃso de la lectura que para la reina pasa por ser ese descubrimiento de cualquier lector naciente.
Pese a lo curioso de la propuesta, y gracias a la sutileza del autor, no encontramos una sátira en esta novela corta pese a disfrutar, eso sÃ, del humor propio de las situaciones desconcertantes. Aprovechando la alienante sensación de ver a la reina siendo ilustrada por un plebeyo entregado a los fogones de palacio y a la lectura en sus tiempos libres.
A la postre se trata de una guÃa hacia el gusto lector que puede picar a cualquiera en el momento preciso, con esa sensación del gran descubrimiento, del poder de la literatura frente a cualquier condición social. Porque si algo es poderoso y transformador es el descubrimiento de esa sabrosa sensación de la imaginación desparramándose sobre escenarios, conceptos, ideas y espacios de libertad jamás imaginables, menos aún para una monarca entregada a monotonÃas vacuas en lo espiritual con Ãnfulas de eternidad visto desde fuera.

La dama de la furgoneta
Incluso las memorias en torno a una particular circunstancia vital de la existencia de Bennett cobra esa mágica transmutación novelesca. Por la forma de contarlo y por los hechos importados desde su realidad.
Porque la aparición de Miss Shepherd, con su furgoneta y su desapego del mundo, en la vida de Bennett se nos representa con un punto folletinesco en el que cada dÃa de Miss Shepherd observado por Bennett es un capÃtulo de la estridencia de vivir en la sociedad actual. Cierto es que el primer desajuste nace de la protagonista con su vida a bordo de una vieja furgoneta, sin mayor objetivo que sobrevivir al dÃa a dÃa, con esa filosofÃa entre la lucidez y la perturbación. Durante 15 años Bennett acabó alojando a Miss Shepherd en el cobertizo de su casa.
Pero desde esa primera intención de solidaridad acabó descubriendo una voluntad de observación, de análisis de aquella mujer marginada que si bien no le reportó una teorÃa sociológica, si lo magnetizó para acabar escribiendo este libro. Una obra que magnifica, desde lo excéntrico, a una gran representante de la supervivencia frente a la vorágine. Una persona detenida, al margen, alejada de la fuerza centrÃpeta que lo mueve todo en sociedad. Y, sin embargo, Bennet nos descubre en Shepherd esa visión privilegiada, ese foco de quien observa desde fuera y es capaz de ofrecer matices singulares sobre la chirriante inercia social.

Dos historias nada decentes
Dos mujeres de mediana edad, con sus vidas construidas desde los cánones, con los cimientos oportunos para levantar la vida como debe ser. Pero deber ser nunca es del todo «ser».
La señora Donaldson podrÃa haber pasado lo que quedara de vida sin mayores alteraciones, cumpliendo con sus obligaciones de eterna plañidera bajo la supervisión de su hija. Pero poco a poco ella misma va escapando de esos deberes de la normalidad para ir abriéndose al descubrimiento del ser sin más condicionantes. Por necesidades económicas encuentra trabajo en un hospital y se empapa de ese humanismo a raudales que emana de las enfermedades que cambian el prisma de la vida.
Y tal como ella también su casa empieza a cobrar vida para superar la muerte de su marido. La llegada a su casa de estudiantes que alquilan una habitación terminará por liberarla de muchas cosas. La otra historia indecente es la de la familia Forbes, con el estigma de una madre que marca el devenir de todos. Quizás su marido y su hijo Graham quisieran dejar de estar bajo ese paraguas que en lugar de librarlos de la lluvia les cubre el sol.
En la oscuridad de su paraguas, la señora Forbes no es capaz de imaginar las ansias de luz de los dos hombres de su casa con los que comparte ese pacto infranqueable de las buenas apariencias. Pero en cuanto un rayo acabe por iluminarlos, el chorro de luz cegadora puede despertar nuevos mundos en las vidas de los tres.

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