Los 3 mejores libros de Daniel Pennac

Para Daniel Pennac lo mismo es enfrentarse a una trama juvenil como sumirse en un ensayo sociológico. Entre ambos espacios creativos todo una suerte de líneas argumentales (incluyendo un género negro cosecha muy propia), por las que este autor francés transita con la solvencia del escritor convencido de que no hay camino difícil sino voluntad. Empeño y ganas por contar algo desde el prisma que toque en cada momento.

El problema de esta función multitarea del escritor es el desconcierto que puede provocar en el lector de turno más acostumbrado a la uniformidad de cada autor, a los escenarios ya conocidos. Pero en ese desconcierto está la magia. Y en el don de saber narrar la mismísima versatilidad del mundo se produce el brindis con su vena literaria desatada.

Así que para disfrutar de Pennac hay que saber cuales de sus obras tocan en cada momento. Y aquí trataremos de elegir las mejores opciones para cada momento…

Top 3 libros recomendados de Daniel Pennac

Como una novela

No, no es una novela por mucho que pueda parecer. Pero sí habla en torno a la noción de la novelística como espacio de asueto, de liberación, de aprendizaje, de mimetización y empatía. Algo tan hermoso que quizás pierda en su idea de ofrecerlo como materia de estudio…

Es casi imposible no sentirse interpelado por este ensayo de Daniel Pennac, convertido en un clásico. Lejos de toda grandilocuencia y del sentimiento de superioridad que suele hacer de profesores, padres y lectores figuras antipáticas y medio ridículas, el autor pone en escena el amor por leer pero sobre todo el desamor, porque los verdaderos protagonistas de este libro son los adolescentes, angustiados ante los intimidantes mamotretos de las lecturas obligatorias.

Con la claridad de quien ha pensado largamente en el asunto y con un conocimiento preciso –perceptible en cada frase– de las dificultades reales que entraña la enseñanza de la literatura, Pennac formula propuestas de rara sensatez. No hay aquí sermones ni moralina literaturesca, sino una feroz y amable autocrítica, poco habitual entre los supuestos promotores de la lectura.   

Aunque fue publicado originalmente en 1992, cuando los enemigos de la literatura parecían ser el cine y la televisión, este hermoso libro no solo mantiene su vigencia sino que parece particularmente adecuado para enfrentar el presente.

Como una novela

La felicidad de los ogros

En eso del noir nunca nada está del todo escrito y sus ramificaciones se extienden hacia el thriller, el misterio, lo estrictamente policíaco, lo gore o muchos otros nuevos caminos abiertos en un género de gran éxito entre el público lector. Pero quizás Pennac trazara con su serie del estrambótico, picaresco a la francesa y desconcertante Benjamin Malaussène una extraña mezcla de costumbrismo de interior muy profundo con ese punto de género negro que es el hecho de sobrevivir según donde tengas el acierto o el infortunio de nacer…

Primera de las novelas protagonizadas por el inefable Malaussène, que la crítica calificó de «milagro de frescura».

¿Quién es Benjamin Malaussène? ¿Es un santo? ¿Un idiota? ¿Un hombre feliz? Primogénito de una familia curiosa y estrambótica, y responsable de un batallón de hermanos, Malaussène vive en el barrio de Belleville y trabaja como «chivo expiatorio» en unos grandes almacenes parisinos.

Si un comprador se queja de una mercancía defectuosa o de un fallo técnico, Malaussène aguanta la bronca y las amenazas de despido hasta que el cliente, compadecido, retira su reclamación. Y así, la dirección de la empresa ahorra dinero. Pero unas misteriosas explosiones en los grandes almacenes complican, más si cabe, la ya precaria salud emocional de nuestro héroe.

La felicidad de los ogros

Mi hermano

La literatura puede ser sanadora. Por supuesto que no es el único placebo con el que pautar remedios contra las miserias del mundo. Pero es que ciertos remedios son para autor y lectores. Porque todos debemos asumir que el tacto no es para siempre, que antes o después sales de escena o te dejan caminando solo…

La obra más íntima de Pennac, una memoria que convierte al Bartleby de Melville en un espejo para comprender y recordar a su hermano. En su libro más personal hasta la fecha, Daniel Pennac recuerda de la manera más emotiva y original a su hermano fallecido: a través de la figura de Bartleby, el célebre escribiente de Herman Melville. Así, Pennac amplía las costuras de la literatura de duelo y se sirve de su amor por las letras para crear unas memorias preciosas.

El autor parte de una certeza compartida por todos: nunca llegamos a conocer en su totalidad a nuestros seres más queridos. Con el objetivo de comprender mejor a su hermano, Pennac revisita al escribiente procrastinador de Melville, un personaje muy querido por los dos, y le convierte en una suerte de espejo en el que observar y recordar a Bernard. Así Pennac firma un libro de una ternura infinita que se convierte a la vez en una oda a la literatura.

Mi hermano
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