Si hubiera necesidad de etiquetarse el amor por tipologías (como finalmente acaba siendo en condena por nuestra condición intelectual o hasta moral en el peor de los casos), Hollingshurst habla entonces en una visión homosexual de ese amor en espera de etiquetas. Algo así como lo que hace Sarah Waters con sus novelas cargadas de erotismo lésbico.
Quizás bajo otros parámetros las obras de unos u otros autores rebajarían su condición erótica para centrarse en su condición histórica. Pero es lo que hay cuando algo resalta para los patrones de la «normalidad».
Sea como fuere, Hollingshurt es mucho más que la anécdota homosexual que acaba cubriéndolo todo. Porque al final en todas sus novelas las pasiones, la tensión sexual o el erotismo acompasan una trama que tiene mucho más. Mucho que revelarnos sobre la vida en sus diversas vertientes que se ramifican entre el humor y la tragedia con ese saber exponer y ubicar a personajes capaces de conducirnos a ese clarividente encuentro con lo que somos y lo que hacemos en este paso fugaz por la escena.
Top 3 novelas recomendadas de Alan Hollingshurt
El hijo del desconocido
El tiempo, o más que el tiempo los recuerdos (con lo que conlleva de idealización, mitología y melancolía esta diferenciación) parece quedarse atrapado en ocasiones en una fotografía encontrada por casualidad, en un aroma que nos asalta insospechadamente…
Pero mejor aún es un poema manuscrito que atestigua la belleza y perfección de un lapso de tiempo sostenido en felicidad absoluta. Desde ahí la imaginación de cada cual puede recrear, hipotetizar… Y así la leyenda se hace cada vez más y más grande. Hasta que todo parece girar en torno a unos versos tan fugaces como eternos.
En el verano de 1913, George Sawle, estudiante de Cambridge, vuelve a pasar unos días con su familia y trae un invitado. Cecil Balance, aristócrata y poeta. Los dos amigos son amantes, en secreto, como corresponde a la época. Cecil, antes de marcharse, escribe en el cuaderno de autógrafos de la hermana de George un poema que devendrá mítico para una generación, un poema no se sabe si inspirado en la jovencísima Daphne o en George.
Y los secretos e intimidades de aquel fin de semana se convertirán en acontecimientos míticos de una gran historia, contada de diferentes maneras a lo largo del siglo por críticos y biógrafos, en un relato sobre la seducción y el secreto de Cecil y el enigma del deseo y de la literatura.
El caso Sparsholt
Una gran novela que se mueve en su particular genealogía entrelazada entre pasiones, acontecimientos históricos transformadores, amores clandestinos, supervivencia y una sensación de todo como un ciclo, de la repetición de la vida como un eco que apunta hacia la eternidad.
En octubre de 1940, el apuesto David Sparsholt llega como estudiante a la elitista universidad de Oxford. Él no pertenece a la clase alta, pero trabará amistad con un grupo de jóvenes de posición más elevada que han montado un club literario al que pretenden invitar a reputados escritores como Orwell, Stephen Spender, Rebecca West o el padre de uno de ellos, A. V. Dax.
Su hijo, Evert Dax, será uno de los amigos que se sentirán atraídos por el magnetismo de Sparsholt, en una época en que la homosexualidad debía vivirse de un modo clandestino. Mientras Londres sufre el infierno del Blitz y el futuro del país resulta incierto, Oxford es una suerte de limbo donde los jóvenes exploran los placeres de la cultura, la amistad y el deseo, sabedores de que en cualquier momento los pueden llamar a filas.
Pero este es solo el arranque de esta vasta y ambiciosísima novela, que recorre más de medio siglo de vida británica y llega hasta nuestros días a través de tres generaciones, componiendo un deslumbrante fresco histórico. Porque Sparsholt se casará y tendrá un hijo, Johnny, que se convertirá en un prestigioso pintor especializado en retratos, mantendrá una relación amorosa con un joven francés y después tendrá una hija llamada Lucy… Y junto a ellos irá apareciendo un amplio abanico de personajes que reflejan los cambios de actitudes, costumbres, estructuras sociales y moral sexual de una sociedad.
Escrita con una prosa elegante y envolvente, y una perspicaz capacidad de observación de las actitudes humanas y la intimidad de las personas, esta novela vuelve a demostrar el inmenso talento literario de Alan Hollinghurst, uno de los escritores imprescindibles de la actual narrativa británica.
La biblioteca de la piscina
La novela más desenfadada del autor. Si es que Hollingshurst puede considerar alguna de sus obras como «desenfadada». Porque sin duda son siempre novelas muy elaboradas, envolventes en sus múltiples capas y matices por descubrir. Abiertamente gay en cuanto a la defensa que esta condición sexual requiere, lo mejor es la naturalización de una sexualidad que simplemente avanza frente a todo y contra todos desde la simple inercia de que no hay otra forma posible de buscar el amor que el que viene dictado de dentro, ni tampoco hay empeño más necio que la homofobia.
William Beckwith es un joven de veinticinco años, homosexual y aristócrata. Ligando en unos lavabos públicos salva la vida de Lord Nantwich, homosexual también pero muy viejo, que acudió a recordar pasadas glorias y ha sufrido un paro cardíaco.
Vuelven a encontrarse días después. Lord Nantwich, antiguo funcionario de la Corona en África, que conoció a Ronald Firbank y a otras señeras figuras de la cultura gay inglesa, quiere que el joven Beckwith escriba su biografía. Le invita a su casa y le confía sus diarios.
La biblioteca de la piscina se despliega como una gozosa y a veces amarga crónica de la vida y la cultura gay en Inglaterra, donde pasado y presente exhiben sus objetos de deseo, fetiches, códigos más o menos secretos, usos y costumbres sexuales y amorosas.