La chica que leía en el metro, de Christine Féret-Fleury y Nuria Díaz
Ilustrar un libro tiene algo de interpretación mágica. Lo que el ilustrador finalmente representa accede a ese espacio íntimo en el que conviven el susurro del escritor y la voz interna del lector, una conversación en cuatro dimensiones desde el plano único de la página x. Y el buen ilustrador …