Con su vocación por la escritura descubierta tempranamente, Daniel Guebel se ha encargado de ir puliendo el oficio, de ir engalanado el oficio, de ir buscando argumentos cambiantes, de focos difusos entre realismo y realidad alternativa. De eso se trata en esto de escribir, o al menos si se pretende hacer cumpliendo escrupulosamente con esa vocación por delante de cualesquiera otros intereses o cantos de sirena de lo más comercial.
Porque al final se acaba llegando a más gente y de manera más eficiente, apuntando a la conversión de la obra en referente más que en producto de lectura rápida. Crónicas históricas o propuestas de corte noir. Lo narrativo como gusto antropológico de hechos acontecidos y pulsiones humanas capaces de transformarlo todo.
El resultado es un muestrario narrativo cambiante, fascinante donde Daniel Guebel se recrea en todo lo que puede motivar a alguien a escribir, la historia, la psicología, los crímenes perfectos, los amores interminables y hasta los odios viscerales tan poderosos o más como el amor.
Top 3 libros recomendados de Daniel Guebel.
Un crimen japonés
El honor es el alimento del alma cuando ningún cuerpo se habita. La cultura nipona es de las pocas que aún parece albergar remotas evocaciones a ese honor de lo familiar, de la integridad personal. Nada que ver con la religión o las enseñanzas morales. Parece más bien cosa de una evolución humana perdida, una oportunidad para rehacer el mundo ya perdida en la noche de los tiempos.
«Un hijo no debe vivir bajo el mismo cielo que el asesino de su padre». Con esta frase de Confucio se inicia Un crimen japonés, exquisita novela situada en el Japón medieval.
Yukata Tanaka, señor feudal de la provincia de Sagami, debe vengar la muerte de su padre, asesinado por una banda de samuráis enmascarados. La investigación del crimen lo arroja a los campos de batalla, a las intrigas cortesanas y sus traiciones. Como un príncipe que no llega a comprender, Yukata enfrentará la fascinación de los autómatas, las maniobras sentimentales de dama Ashikaga y los secretos del sokushinbutsu.
Tan oriental como Argentina, la última novela de Daniel Guebel es un relato policial, una especulación sobre los reinos de ultratumba, una fantástica y melancólica historia de amor.

El absoluto
A todo escritor curtido en mil batallas le llega el momento de abordar la metaliteratura, ese espacio donde se juntan personajes, autor, intenciones, voluntades, argumentos y estilo para debatir hacia donde va la historia en sí y la literatura al completo. Así el lector se reúne también en la misma sala, la sala de máquinas de la creación.
Y todos aportan las preguntas que nunca son respondidas pero sobre las que se sigue encontrando el hilo del que tirar. Si la idea además se aborda con tintes de ensayo meta-histórico, la obra acaba por ubicarse en una posición privilegiada dentro de cualquier bibliografía.
Tres siglos de historia y una familia enloquecida y genial. El absoluto es la crónica de las seis generaciones que cambiaron el arte, la ciencia, la mística, la política y hasta el rumbo del Universo. Del Big Bang a la Revolución Rusa, de la música aleatoria de la máquina del tiempo, esta monumental novela, deslumbrante y desenfadada, sitúa a Daniel Guebel, definitivamente, entre los autores más virtuosos de habla hispana y entre los pocos capaces de escribir una obra que desafía a la propia literatura.
«El absoluto es un disparate genial, pero también un clarividente recorrido por el espíritu de la utopía en los dos últimos siglos y una rigurosa teoría de la vanguardia estética, de la persistente relación entre la teosofía, el simbolismo y la acción revolucionaria, los continuados intentos de reconciliar la escisión entre el arte y la vida.»

El rey y el filósofo
Entre una ucronía ideada por George Orwell y el lúcido esperpento de Valle Inclán. Una fascinante intrahistoria extirpada de la Historia. Una crónica que da cumplida explicación a algunos de los más jugosos personajes y sus grandes obras.
Destinado a Versalles como embajador del Imperio Germano, el filósofo Gottfried Leibniz pronto se ve envuelto en las intrigas que le tiende el Rey Luis XIV: lo deslumbra con su teatro de extravagancias, lo evade por pasadizos secretos, lo embota con manjares y lo involucra en intrigas palaciegas.
Cuando finalmente lo recibe, lo persuade de cambiar de bando y lo convence de que es el verdadero autor de la Monadología, de que se convierta en su hagiógrafo; de que construya una máquina para trasvasar el espíritu de Cleopatra a una doncella egipcia con la que casarse y expandir el dominio francés primero a África, después a la India ¡y luego al Mundo todo! Él, por su cuenta, aumentará los impuestos a para unir las aguas del canal palaciego con las del Nilo…
Emulando la estructura epistolar, y de los informes de inteligencia y las comunicaciones diplomáticas, vemos cruzar por estas páginas a personajes históricos como el Ministro de Guerra François Michel Le Tellier, Marqués de Louvois; a la reina María Teresa de Austria; al sultán Mehmed IV, Gran Visir del Imperio Otomano; a Gabriel Nicolás de la Reynie, primer teniente general de la fuerza de policía de París; a la adivina y envenenadora Magdelaine de la Grange; al cardenal Mazarino supuesto padre del Luis XIV; a Leopoldo I, emperador del Imperio Germano Romano y primo del rey, al compositor italiano Giovanni Battista Lulli, pronto nacionalizado francés.
