Ẹkọ kan, nipasẹ Tara Westover

Ẹkọ kan, nipasẹ Tara Westover
tẹ iwe

Todo depende de las inquietudes de cada cual.

La riqueza del conocimiento y la educación bendice a todo aquel  que descubre esa necesidad por saber dónde se encuentra y qué es lo que le rodea más allá de su habitat más próximo, aunque siempre se parta de la parcialidad subjetiva de la naturaleza humana, que trata de abordar los confines del mundo hasta donde alcanzan los sentidos y la razón.

Pero el ostracismo es mucho peor, qué duda cabe. Permanecer en el mismo lugar y bajo el mismo prisma único conduce a la alienación. De esa ruptura siempre dificil trata este libro de Tara Westover, decidida a novelar su particular biografía en uno de esos libros que acaban convirtiéndose en controvertidos manuales hacia la liberación de tantos y tantos ámbitos en los que aún a día de hoy la cerrazón sigue siendo el patrón único de referencia.

Nada mejor o peor que un padre para ejercer ese adoctrinamiento hacia la crianza de la persona a imagen y semejanza de uno mismo. Nada que ver con la perspectiva del poema de Cavafis: «Rẹ awọn ọmọ no son tus awọn ọmọ, rẹ awọn ọmọ e hijas de la Vida deseosa de sí misma» que debería regir como horizonte de todo proceso educativo, apuntalando esa voluntad necesaria del individuo para el ejercicio de su libertad.

El caso es que el padre de Tara es ese ejemplo de paternidad autoritaria forjada en las leyes mormonas. El espacio abierto de Idaho es paradójicamente, una cárcel para Tara. Entre los profundos valles solo estaba Tara, su padre y Dios (si es que había diferencia entre estos dos últimos).

A Tara no le queda otra que rebelarse. Y es por medio de Tara que descubrimos al ser creativo como el primer individuo interesado en romper el molde, por imperiosa necesidad del alma. Con su voluntado indómita, Tara se lanza a conocer un mundo como recién llegada de otro planeta. La laguna de los años de sumisión la convierten en una extraña en su propio mundo cuando, a sus dieciséis años empieza a perfilar su destino ajeno a los caminos marcados desde el patriarcado al que ha estado sometida. Y es ahí donde el valor de una educación divulgativa, reflexiva, crítica y potenciadora de lo individual, adquiere el brillo de una de las conquistas más importantes de nuestra Historia.

En la frontera del miedo a lo desconocido y la esperanza por encontrar sitio a sus talentos y pasiones, el tránsito de Tara se convierte en un maravilloso visado hacia la libertad.

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Ẹkọ kan, nipasẹ Tara Westover
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