Ochi și spioni, de Tanya Lloyd Kyi

Ojos y espías
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Ya no es solo cuestión del uso de internet. El mero hecho de comprar un terminal, ya sea móvil, tablet u ordenador supone un acto de cesión automática de derechos con la aquiescencia o la omisión de las autoridades.

De entrada se te instalan diversas funcionalidades orientadas a tu identificación, para así poder ofrecerte una serie de eufemismos hacia tu ponderación como potencial cliente: «navegación más amigable», «mejorar la experiencia»… «facilitar los trámites, procesos y consultas» La cuestión es que cuando te conectas por primera vez, tu navegación ya no es tan libre como podrías pensar. Y lo peor…, las autoridades lo saben y lo permiten.

También es cierto que por nuestra parte, como usuarios, hay una cierta asunción tácita de nuestra exposición a este nueva dictadura encubierta en las redes, pero es algo parecido a las preferentes, si desconoces la profundidad del tema y te dicen los especialistas que es algo bueno, cómo no confiar.

La cuestión es que este carte Ojos y espías nos presenta un escenario mucho más completo y complejo, aquel que atañe a la vigilancia que sufrimos en esta «maravillosa» conexión. Cualquier acción en la red es sopesada por empresas interesadas, pero también puede ser supervisada por el gobiernos o fuerzas de seguridad.

Está bien, estás convencido, pasas de la red y te vas a la calle, en plan valiente, sin móvil. Pero también en la calle estarás vigilado por cámaras o cuando pagas con tu tarjeta en un comercio físico. La libertad se ve coartada hoy en día por ese ojo al que hace referencia el libro, el ojo de Gran Hermano de George Orwell. La información fluye, pero no siempre los cauces son tan libres como se nos quiere presentar.

El libro también habla de nuevas tecnologías y menores, un espacio controvertido donde hay que considerar escabrosos asuntos como el ciberacoso o el acceso a todo tipo de información. Sin duda un dilema de dificil solución.

Las virtudes de la sociedad tecnológica tal vez no lo sean tanto. Las posibilidades de moverte de manera libre, salvaguardando tu intimidad en todo momento (recordemos que este es un derecho ampliamente reconocido), esas posibilidades de libertad se van estrechando, llegando a estremos de detenciones a usuarios de redes por sus publicaciones. Está bien que los hay muy burros, ciertamente mentes aviesas, pero entrar a enjuiciar la opinión es un tema muy delicado, posiblemente uno de los puntos más sensibles en todo este mundo de apariencia libre y realmente masivamente supervisado.

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Ojos y espías
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