Escribir novela negra significa en ocasiones tener una marcada conciencia social. Porque el noir tiene su lado de crítica social. Me refiero quizás más aun género negro que en España podían representar Vazquez Montalban o Gonzalez Ledesma. Solo que por suerte España no es China. Porque al bueno de Qiu le salen caras cada una de sus nuevas novelas. Porque el régimen chino tiene memoria, una extensa memoria que lo ubica tan en el centro de las manifestaciones de Tiananmén como al famoso tipo frente al tanque.
Nada más oscuro desde lo que componer tramas en las sombras de nuestro mundo que las sociedades marcadas por espacios autoritarios. Más aún cuando el asunto se disfraza y enmascara con algún tipo de apariencia buenista. Y sí, les pasó antaño a los citados autores españoles y le pasa, por la parte que le toca a Qiu.
Por eso gana en autenticidad la narrativa de este maestro de la narrativa criminal cuando además todo se tiñe de sordidez hermanada con el poder. Su inspector Chen Cao tendrá que comulgar en parte con ruedas de molino para salir adelante. Pero también él se sabe mover entre las sombras para conseguir los fines más honrosos posibles. Ahora que vuelven los 90 podemos disfrutar de una serie que quizás rompa en nuevas entregas del siglo XXI.
Top 3 novelas recomendadas de Qiu Xiaolong
Muerte de una heroína roja
Los ríos son ese socorrido lugar donde el criminal de turno puede deshacerse de un cuerpo. Y el Huangpu sabe tragar cuerpos como ninguno otro. Pero los cuerpos se empeñan en salir a flote para que alguien se atreva a descubrir la ominosa verdad…
Un viernes de mayo de 1990, Gao Ziling, capitán de la patrullera Vanguardia, sale a pescar con un amigo al que no veía desde la época del instituto. De regreso, en el canal Baili, a unos treinta kilómetros al oeste de Shanghai, algo impide el avance de la patrullera. Cuando Gao se lanza al agua para ver qué le ocurre a la hélice, descubre una gran bolsa de plástico negra y, en su interior, el cadáver de una joven desnuda.
El capitán Gao avisa de inmediato a la policía y, casualmente, atiende su llamada el subinspector Yu, quien trabaja a las órdenes del inspector jefe Chen. Éste, recién ascendido y tras estrenar piso, no tardará en descubrir que la joven, empleada de los grandes almacenes Número Uno de Shanghai, era una trabajadora modélica cuya entrega a la causa del Partido la convirtió en una celebridad. Ahora debe investigar qué se oculta detrás de la muerte de esa «heroína roja».
El dragón de Shanghai
Si alguien pretendía silenciar a Qiu Xiaolong desde las altas esferas del poder chino, novelas como esta acaban por transformarse en cumplida venganza. Porque nada peor que dar a conocer un retrato simétrico entre realidad y ficción. Tan oscuro como cierto.
En la brigada de casos especiales de Shanghai están todos estupefactos: con la excusa de ascenderlo a un cargo burocrático, han alejado al inspector jefe Chen de los expedientes más delicados. Tras comprobar que intentan atraerlo hacia una trampa, Chen decide alejarse de Shanghai, aunque ello no impedirá que atienda a la petición de auxilio de una hermosa y melancólica joven.
Chen se inmiscuye en un caso decididamente plagado de minas, mientras investiga a quienes le persiguen hasta el punto de haber puesto precio a su vida. El ahora ex inspector se enfrenta a la investigación más peligrosa de su carrera, precisamente cuando un ambicioso alto cargo y su esposa encarnan una renovación comunista. Y es que mientras los cantos revolucionarios todavía re-suenan en las mentes de todos, y pese a la propaganda que habla de transparencia y modernización, la ambición y la corrupción campan a sus anchas en la China actual.
El enigma de China
En ciertos lugares los suicidios proliferan justo cuando la ideología en el poder encuentra más escollos; o cuando tiene que tapar sus miserias. La cuestión es comulgar con la versión oficial o tirar un poco del evidente hilo que evidencia que esa violencia nunca fue autoinfligida hasta la muerte.
El inspector jefe Chen Cao se encuentra en una situación delicada: dado que es uno de los policías más respetados de Shanghai, el partido le encomienda cerrar el caso de la turbia muerte de Zhou Keng, quien dirigía el Comité para el Desarrollo Urbanístico de Shanghai cuando varias de sus prácticas corruptas se denunciaron en internet.
Tras ser despojado de su cargo, al parecer Zhou se ahorcó mientras se encontraba bajo custodia. Pese a que los dirigentes del Partido aguardan con impaciencia que la muerte de Zhou sea declarada suicidio y que el célebre inspector jefe Chen avale dicha conclusión, algunas piezas no encajan en la secuencia de acontecimientos
