3 mejores libros de Ignacio Martínez de Pisón

En la presentación de un libro, en esos momentos en los que el presentador de turno loa las virtudes del autor en cuestión, siempre es interesante fijarse en el escritor, en su lenguaje no verbal una vez que se expone ante el público como la atracción de turno.

Cito esto porque recuerdo especialmente una presentación de Ignacio Martínez de Pisón. Esa especie de mirada perdida en ocasiones, proyectada de vez en cuando hacia ese imaginario del escritor a punto de dar cuenta de su obra y recuperada para la causa de la realidad ante las palabras del presentador.

Sin conocerlo personalmente, la idea que me llevé de este escritor fue la de un creador reposado, de mirada intensa, con un deje pícaro en la particular fisonomía de sus ojos. Una combinación que finalmente apunta a esas historias igualmente intensas pero reposadas, sostenidas en ese fantasma de la creación que es el pasado. Tiempos ya saldados por la historia donde los personajes parecen condenados, a la vez que ocupan ese escenario de cualquier tiempo pasado que si no es mejor, al menos se hace más humano hasta en la adversidad.

Gracias a esa capacidad para hilvanar intrahistorias como grandes novelas, Martínez de Pisón (o más bien su obra) dio el salto al cine tanto en adaptaciones como en la redacción de guiones propios.

Sin duda un escritor camaleónico, un narrador magnético que desarrolla sus investigaciones y que construye personajes repletos de esa contradicción tan humana que parte de la ruptura misma de la infancia y la edad adulta (su primera novela «La ternura del dragón» apunta a mi parecer hacia esa idea del mayor de los contrastes humanos entre la infancia y el supuesto mundo real, una noción ratificada en su reciente novela «Derecho Natural»), componiendo finalmente narraciones tan perennes como el ideal del alma.

Top 3 libros recomendados de Ignacio Martínez de Pisón

Fin de temporada

El tiempo pasa rápido, como toda canción que acompasa nuestro mejores recuerdos, el estribillo queda con su empalagoso sabor a derrota y melancolía. Pero no seríamos nada sin eso, sin el ayer que adoquina la existencia en nuestro camino a ninguna parte.

En este fin de temporada los protagonistas alcanzan cada nuevo verano desde la más entera casualidad que les permite estar aún juntos, pese a todo. Y su canción siempre suena también pese a todo. Solo que su melancolía del ayer se transforma para ellos en una apacible entrega a la casualidad y los puntos de inflexión transformadores de la existencia.

Una carretera junto a la frontera de Portugal, junio de 1977. Juan y Rosa, apenas adolescentes, tienen cita en una clínica abortista clandestina, pero un accidente les impedirá llegar a su destino. Casi veinte años después, Rosa y su hijo Iván comienzan el que será el proyecto de su vida, la recuperación de un camping en la Costa Dorada, en el otro extremo de la península. Desde que Iván nació han vivido en diferentes lugares, siempre de forma provisional, siempre solos, huyendo de un pasado que no tardará en alcanzarlos.

Fin de temporada es una novela sobre la fuerza, a veces envenenada, de los lazos de sangre; sobre secretos familiares que hacen que cada generación se vea abocada a repetir ciertos errores, y sobre cómo saber nos transforma en otras personas.

Ignacio Martínez de Pisón traza personajes memorables y una relación madre e hijo extraordinaria en esta historia que recorre casi un cuarto de siglo y nos descubre que el pasado no resuelto es una trampa vital aunque intentemos ignorarlo, o precisamente por ello. 

Fin de temporada

El día de mañana

El gris general de la España de postguerra se extendió como un manto que impedía cualquier proceso de ósmosis cultural y social una vez que el mundo salía de la Segunda Guerra Mundial algunos años después.

La politica más interesada de los aliados permitió que España continuara en esa tenebrosa tierra de nadie de la dictadura franquista. Y son esos cuarenta años hasta la muerte del dictador a lo que apunta este día de mañana que nunca anuncia una víspera de liberación. El papel de Justo Gil personaje oprimido en lo familiar y en lo social pasa por ser un emblema de la alienación de aquellos días.

En su ciudad, Barcelona, Justo Gil se embarca en la aventura de la supervivencia, poniéndose del lado más oportuno para poder hacer eso, unicamente sobrevivir. Solo que al final todos encontramos nuestra justicia.

La suma de perspectivas de los personajes que interaccionaron con Justo componen ese mosaico cainita de la España sumida en la tragedia de la represión, con una policía capacitada para ejecutar las leyes más aviesas…

La buena reputación

Reputación. Una de esas palabras en desuso desde lo moral hasta lo meramente lingüistico. Porque la reputación era algo casi físico que se colgaba como sambenito sobre familias y hasta estirpes como huella indeleble. Por eso es tan oportuna para sobrevolar el tiempo de una familia abriéndose paso por su destino desde los padres a hijos y nietos. Claro que, si alguien está tan obsesionado por la buena reputación quizás sea porque tiene algo grave que esconder…

Samuel y Mercedes contemplan con preocupación el futuro de sus dos hijas ante la inminente descolonización de Marruecos y el regreso de los españoles del Protectorado a la Península. Estamos en Melilla, son los años cincuenta y, en ese contexto de cambio e incertidumbre, el matrimonio decide viajar a Málaga para establecerse en una España que comienza a abrirse lentamente a la modernidad. 

De la mano de cinco miembros de una misma familia, esta saga recorre treinta años de nuestra historia y transita por ciudades como Melilla, Tetuán, Málaga, Zaragoza o Barcelona. Los deseos e ilusiones de Samuel y Mercedes, de sus hijas y de sus nietos se verán condicionados por secretos inconfesables en una vida que transcurre fugaz e inesperada.

La buena reputación es una novela sobre la herencia que recibimos del pasado y sobre el sentimiento de pertenencia, la necesidad de encontrar nuestro lugar en el mundo. Autor imprescindible de las letras españolas,

La buena reputación

Otros libros recomendados de Martínez de Pisón

Derecho natural

Tiempos extraños aquellos de la transición española. El escenario perfecto para presentar el extraño núcleo familiar de Ángel. El joven se mueve entre la frustación de un padre que apostó todo a un sueño y que se ve incapaz de escapar al fracaso.

La necesidad de una figura paternal, personificada en un padre poco centrado en su responsabilidad como tal, hace que tanto Ángel como sus tres hermanos transiten en ese ambiguo espacio donde el amor y el odio luchan por hacerse con las almas de los niños.

Ángel estudia derecho y vive de primera mano la conversión de Barcelona y Madrid en dos ciudades que buscan su sitio entre la modernidad y la añoranza. Entre un nuevo sistema legal, un nuevo status de una España en tierra de nadie, Ángel busca el orden de las cosas y el propio orden de su familia.

Los motivos por los que un padre puede desatender a sus hijos, si es que los hay, y la causa para que unos hijos sigan buscando un padre donde no lo ha habido, mueven esta historia de transición personal dentro de una transición social.

Una buena novela de matices, de movimiento pesado por momentos pero de lectura final ágil a través de unos personajes que consiguen transmitir tantas y tantas sensaciones amasadas en ese doble espacio, el de la esperanza en nueva sociedad naciente en una nueva patria y el de la posible reconciliación con esa otra patria, la patria potestad nunca ejercida.

Castillos de fuego

El manido relato nunca es tan cierto como cuando se compone de retazos de vida, de piezas de mosaico, de intrahistorias narradas de manera tan vívida y primorosa como consigue unirlas Martínez de Pisón. Las crónicas oficiales vinculan los acontecimientos como trajes sin hechura. Las intrahistorias del escritor consiguen que todo tenga sentido para el observador que pretende entender los acontecimientos de cualquier momento. La virtud de cualquier escritor ante cualquier narración pretérita reside en esa sensación de un ayer accesible para cualquiera que se asome al pasado para rescatar verdades como puños…

Madrid, 1939-1945. Muchos luchan por salir adelante en una ciudad marcada por el hambre, la penuria y el estraperlo. Como Eloy, un joven tullido que trata de salvar de la pena de muerte a su hermano encarcelado; Alicia, taquillera en un cine que pierde su empleo por seguir su corazón; Basilio, profesor de universidad que afronta un proceso de depuración; el falangista Matías, que trafica con objetos requisados, o Valentín, capaz de cualquier vileza con tal de purgar su anterior militancia. Costureras, estudiantes, policías: vidas de personas comunes en tiempos extraordinarios.

Castillos de fuego es una novela que encierra más verdad que muchos libros de Historia y que transmite el pulso de un tiempo en el que el miedo casi arrasa con la esperanza que, de forma natural, se abre camino entre la devastación. Una época de reconstrucción en la que la guerra ha acabado solo para algunos pero en la que nadie está a salvo, ni los que se alzaron a los pies del dictador ni los que lucharon por derrocarlo.

Ignacio Martínez de Pisón regresa con una ambiciosa novela coral en la que mezcla una soberbia y documentada ambientación histórica con el fascinante devenir de un puñado de personajes inolvidable, y que supone la culminación de una gran trayectoria literaria coronada por libros tan celebrados por crítica y público como La buena reputación, El día de mañana y Dientes de leche.

Castillos de fuego

Filek

En su habitual tarea de investigación sobre el franquismo, Martínez de Pisón nos presentó recientemente una historia entre lo esperpéntico y lo surrealista, una narración sobre acontecimientos reales que muestran el ridículo tiempo vivido por la vieja España raptada por el dictador.

Hay personajes que aparecen por la Historia como auténticas rarezas hacia un protagonismo singular. Charlatanes que apuntan a ser elementos trascendentales hasta que pasan por mérito propio a convertirse en chistes y chascarrillos temporales que se apagan al poco tiempo.

Y sin embargo, con el paso de los años lo anecdótico puede regresar con otra consideración bien distinta, la de personajes extraordinarios con un punto cómico y disparatado que resulta transgresor, anacrónico, simpático y hasta mucho más trascendental de lo que podían haber esperado los propios protagonistas.

De este tipo de personajes tan solo quedan registros en las hemerotecas donde investigadores, curiosos o escritores como Ignacio Martínez de Pisón los acaban por recuperar para la causa de la intrahistoria más esperpéntica. Tras su última novela Derecho natural, Martínez de Pisón nos presenta un curiosísimo libro.

Gracias a Albert von Filek, Franco estuvo a punto de considerar que su autarquía se podía asomar a cotas de poder mundial equiparables al viejo Imperio español. Este austríaco, que en el fondo parece más nacido de la picaresca española, sostenía que era capaz de producir un combustible sintético con agua corriente y otros componentes vegetales. Y claro, el régimen vio en él un filón.

Lo exótico de su nombre, su asumida condición de reputado científico y su impostada seguridad acabaron por convencer a Franco y los suyos. Hasta tal punto fue así que la noticia de la producción de carburante autóctono se anunció a bombo y platillo.

El químico Filek había querido favorecer a España frente a muchas otras tentadoras ofertas de fabricantes petroleros de medio mundo. Lo más interesante del asunto sería sin duda la perspectiva personalísima de Filek… ¿hasta dónde pensaba llegar? ¿Cómo pensaba sacar el dinero a Franco y escapar con su pufo explotándole en las manos al dictador?

Sin duda un gran pillo de nuestra historia, un esperpento más que desnudó las miserias propagandísticas franquistas en el mismo año en el que acababa de tomar el poder, 1939. Con el resto de Europa enfrascada ya en la Segunda Guerra Mundial y gracias al nuevo descubrimiento químico, Franco pudo llegar a pensar que la conquista del mundo estaba a la vuelta de la esquina.

Un relato minuciosamente presentado por Martínez de Pisón, una sabrosa intrahistoria sobre supervivencia, ingenio y ocurrencia materializado todo en Albert Von Filek.

Filek. El estafador que engañó a Franco
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