Los 3 mejores libros de Isabel Allende

La escritora chilena Isabel Allende maneja como quiere uno de las principales virtudes o dones que todo escritor anhela conseguir a lo largo de toda su trayectoria: la empatía. Los personajes de Isabel Allende son vívidas imágenes desde dentro hacia afuera. Conectamos con todos ellos desde el alma. Y desde ahí, desde el fuero interno subjetivo contemplamos el mundo bajo el prisma que le interesa mostrar a la autora para resultar más convincente, más emotiva o hasta más crítica si toca…

Así que, amigo, avisado quedas. Ponerte a leer cualquiera de las novelas de la reina de las letras en castellano te supondrá una mutación, una osmosis, una mimetización hacia otras vidas, las de los personajes de sus novelas. Ocurre así, empiezas escuchándolos andar cerca de tí, después notas cómo respiran, acabas descifrando su aroma y viendo sus gestos. Al final acabas dentro de su piel y empiezas a vivir por ellos.

Y en resumen eso es empatía, aprender a ver con otros ojos. Y como siempre he dicho es este uno de los mayores valores de la literatura. No es cuestión de creerte más sabio, sino de saber entender al prójimo. Disertaciones singulares aparte sobre la obra de Isabel Allende, creo que no me queda nada más que decir salvo presentar mis tres novelas recomendadas encarecidamente.

Top 3 novelas recomendadas de Isabel Allende

La ciudad de las bestias

¿Te apetece adentrarte en el profundo amazonas? Quizás se trate de el único espacio de este planeta en el que puedas encontrar algo auténtico. (También podría ocurrir en zona abisal, pero hasta ahí todavía no podemos llegar).

Si además quienes te llevan son Alexander y Nadia, disfrutarás del viaje literario de tu vida, que en ocasiones es más que viajar realmente al fin del mundo. Alexander Cold es un muchacho americano de quince años que parte al Amazonas con su abuela Kate, periodista especializada en viajes.

La expedición se interna en la selva en busca de una extraña bestia gigantesca. Junto con su compañera de viaje, Nadia Santos, y un centenario chamán indígena, Alex conocerá un mundo sorprendente y juntos vivirán una gran aventura.

El universo ya conocido de Isabel Allende se amplía en La Ciudad de las Bestias con nuevos elementos de realismo mágico, aventura y naturaleza. Los jóvenes protagonistas, Nadia y Alexander, se internan en la inexplorada selva amazónica llevando de la mano al lector en un viaje sin pausa por un territorio misterioso donde se borran los límites entre la realidad y el sueño, donde hombres y dioses se confunden, donde los espíritus andan de la mano con los vivos.

La ciudad de las bestias, Isabel Allende

La casa de los espíritus

No estuvo mal para empezar, pero que nada mal… para que vamos a engañarnos, esta, su primera novela, acabó siendo una obra totem, llevada al cine y leída en infinidad de países de todo el mundo.

Una obra honda y emotiva que penetra en todas las grandes pulsiones del ser humano, la ambición y la ternura, la decadencia y la vanagloria, el odio y la desesperanza, todo en su justa dosis para acabar siendo un colmado de humanidad a raudales. La historia de una familia y de su transición generacional. Los lustrosos años pasados y el presente como un eco resonando entre pasillos y sombras.

Las herencias que van más allá de lo material, los misterios y las deudas pendientes, la fraternidad y la amistad en compañía del rencor y la culpa. Todo lo que somos en nuestro círculo más íntimo acaba reflejado en esta novela.

El entorno geográfico en la latinoamérica profunda es una necesidad argumental para acompañar el transitar de las intensas vidas de sus personajes. La sociedad en zozobra política, la dictadura y las libertades. Todo, esta novela lo tiene, simplemente, todo. Edición 40 aniversario:

La isla bajo el mar

Para ser una esclava en el Saint-Domingue de finales del siglo XVIII, Zarité había tenido buena estrella: a los nueve años fue vendida a Toulouse Valmorain, un rico terrateniente, pero no conoció ni el agotamiento de las plantaciones de caña ni la asfixia y el sufrimiento de los trapiches, porque siempre fue una esclava doméstica. Su bondad natural, fortaleza de espíritu y honradez le permitieron compartir los secretos y la espiritualidad que ayudaban a sobrevivir a los suyos, los esclavos, y conocer las miserias de los amos, los blancos.

Zarité se convirtió en el centro de un microcosmos que era un reflejo del mundo de la colonia: el amo Valmorain, su frágil esposa española y su sensible hijo Maurice, el sabio Parmentier, el militar Relais y la cortesana mulata Violette, Tante Rose, la curandera, Gambo, el apuesto esclavo rebelde… y otros personajes de una cruel conflagración que acabaría arrasando su tierra y lanzándolos lejos de ella.

Al ser llevada por su amo a Nueva Orleans, Zarité inició una nueva etapa en la que alcanzaría su mayor aspiración: la libertad. Más allá del dolor y del amor, de la sumisión y la independencia, de sus deseos y los que le habían impuesto a lo largo de su vida, Zarité podía contemplarla con serenidad y concluir que había tenido buena estrella.

La isla bajo el mar, Isabel Allende

Otros libros de Isabel Allende…

El viento conoce mi nombre

La historia se repite con la recalcitrante sensación de que si no involucionamos, al menos estamos estancados. Aprender de la Historia parece entonces una quimera. Y las vivencias más dramáticas se repiten como si un viejo miedo compusiera una pertinaz sinfonía de la existencia humana, desde el destino general hasta las vivencias más particulares que una autora como Isabel Allende aún evoca con necesarios tintes de esperanza, pese a todo.

Viena, 1938. Samuel Adler es un niño judío de seis años cuyo padre desaparece durante la Noche de los Cristales Rotos, en la que su familia lo pierde todo. Su madre, desesperada, le consigue una plaza en un tren que le llevará desde la Austria nazi hasta Inglaterra. Samuel emprende una nueva etapa con su fiel violín y con el peso de la soledad y la incertidumbre, que lo acompañarán siempre en su dilatada vida.

Arizona, 2019. Ocho décadas más tarde, Anita Díaz, de siete años, sube con su madre a bordo de otro tren para escapar de un inminente peligro en El Salvador y exiliarse en Estados Unidos. Su llegada coincide con una nueva e implacable política gubernamental que la separa de su madre en la frontera. Sola y asustada, lejos de todo lo que le es familiar, Anita se refugia en Azabahar, el mundo mágico que solo existe en su imaginación. Mientras tanto, Selena Durán, una joven trabajadora social, y Frank Angileri, un exitoso abogado, luchan por reunir a la niña con su madre y por ofrecerle un futuro mejor.

En El viento conoce mi nombre pasado y presente se entrelazan para relatar el drama del desarraigo y la redención de la solidaridad, la compasión y el amor. Una novela actual sobre los sacrificios que a veces los padres deben hacer por sus hijos, sobre la sorprendente capacidad de algunos niños para sobrevivir a la violencia sin dejar de soñar, y sobre la tenacidad de la esperanza, que puede brillar incluso en los momentos más oscuros.

El viento conoce mi nombre

Más allá del invierno

Guardo un gran recuerdo de este libro de Isabel Allende por las circunstancias en las que fue leído. Y es que la realidad y la ficción no son tan ajenas, tampoco desde un prisma del lector en el que lo que le ocurre acompasa lo que transcurre en la novela con otras impresiones y otras nociones.

Así que tal vez algún otro libro anterior pudiera ocupar este tercer lugar, pero las circunstancias mandan y esta lectura se empapó de positividad pese a su trasfondo, de esperanza pese a sus aristas…

Resulta chirriante, y en cierta forma también se ve así en la novela, como la globalización acaba siendo una ficción para los humanos sin los humanos, una especie de círculo perfecto en torno al planeta, donde lo que circula libremente es cualquier cosa salvo las personas.

Menos estados para controlar la economía, pero más estados para controlar a las personas. América es el summun de esta paradoja, y allí conocemos a los personajes de esta novela comprometida, realista y ciertamente concienciadora.

Más allá del invierno, Isabel Allende

Largo pétalo de mar

La mayoría de las grandes historias, épicas y transformadoras, trascendentales y revolucionarias pero siempre muy humanas, parten de la necesidad frente a la imposición, de la rebeldía o del exilio en defensa de los ideales. Casi todo lo que merece la pena contar transcurre cuando el ser humano da ese salto sobre el abismo para divisar con claridad que todo se siente más relevante con el espaldarazo de la posible conquista. No se puede vivir más que una vida, como ya apuntaba Kundera en su forma de describir nuestra existencia como un boceto para una obra vacía. Pero contradiciendo un poco al genio checo, queda el testimonio de los grandes aventureros frente a la imposición, e incluso la tragedia, como la manera de vivir con tal intensidad que parezca que se vive, al menos, dos veces.

Y a ello se ha puesto nada más y nada menos que Isabel Allende, recuperando a su compatriota Neruda, quien al divisar la bahía de Valparaíso con los miles de exiliados españoles cerca de sus nuevos destinos a construir, transcribió la visión como: «ese largo pétalo de mar y nieve».

Es lo que tiene la épica de la supervivencia. La llegada a Valparaiso en 1939, desde la España prácticamente vencida por Franco, suponía una misión terminada para el poeta. Más de 2.000 españoles concluyeron ahí una travesía hacia la esperanza, liberados del miedo del autoritarismo que empezaba a nacer entre las costas del Atlántico y el Mediterráneo.

Los elegidos para la narración de Allende son Victor Dalamu y Roser Bruguera. Con quienes inciamos la salida desde el pequeño pueblo francés de Pauillac a bordo del mítico barco Winnipeg.

Pero no todo es fácil, la escapada necesaria de tus orígenes produce el desarraigo allá donde vayas. Y pese a la buena acogida en Chile (con sus reticencias en ciertos sectores, por supuesto), Victor y Roser siente esa desazón de la vida perdida a miles de kilómetros. La vida de los protagonistas y el devenir de un Chile que también vivía sus tensiones en un mundo condenado a la Segunda Guerra Mundial, conflicto en el que Chile acabaría por mojarse, impelido por la presión de Estados Unidos. El Chile que ya sufrío lo suyo en la Primera Guerra Mundial, todavía acongojado por el terremoto de ese mismo 1939.

El protagonismo de los exiliados fue efímero y pronto tuvieron que buscarse la nueva vida. La rémora de la pérdida de los orígenes siempre lastra. Pero una vez encontrado el nuevo sitio, lo propio se empieza a ver con un extrañamiento que puede romper hacia cualquier lado.

Largo pétalo de mar, Isabel Allende

Violeta

Violeta viene al mundo un tormentoso día de 1920, siendo la primera niña de una familia de cinco bulliciosos hermanos. Desde el principio su vida estará marcada por acontecimientos extraordinarios, pues todavía se sienten las ondas expansivas de la Gran Guerra cuando la gripe española llega a las orillas de su país sudamericano natal, casi en el momento exacto de su nacimiento.

Gracias a la clarividencia del padre, la familia saldrá indemne de esta crisis para darse de bruces con una nueva, cuando la Gran Depresión altera la elegante vida urbana que Violeta ha conocido hasta ahora. Su familia lo perderá todo y se verá obligada a retirarse a una región salvaje y remota del país. Allí Violeta alcanzará la mayoría de edad y tendrá su primer pretendiente…

En una carta dirigida a una persona a la que ama por encima de todas las demás, Violeta rememora devastadores desengaños amorosos y romances apasionados, momentos de pobreza y también de prosperidad, pérdidas terribles e inmensas alegrías. Moldearán su vida algunos de los grandes sucesos de la historia: la lucha por los derechos de la mujer, el auge y caída de tiranos y, en última instancia, no una, sino dos pandemias.

Vista con los ojos de una mujer poseedora de una pasión, una determinación y un sentido del humor inolvidables que la sostienen a lo largo de una vida turbulenta, Isabel Allende nos regala, una vez más, una historia épica furiosamente inspiradora y profundamente emotiva.

Violeta, de Isabel Allende

Mujeres del alma mía

Conociendo de memoria el camino hasta la fuente de la inspiración, Isabel Allende se vuelca en esta obra en el galimatías existencial de la madurez donde todos regresamos a lo que forjó nuestra identidad. Algo que se me antoja muy natural y oportuno, en sintonía con alguna entrevista reciente que leí de Isabel en la que se intuía ese punto de bella melancolía, de añoranza que solo en los prosistas con el don lírico de Allende pueden sublimarse en novelas, autobiografías o esa suerte de híbrido que consigue cada cual al contar su vida.

Para tal encomienda, la autora trastoca uno de sus títulos actualmente más en boga gracias a la serie homónima «Inés del alma mía» y nos conduce a una visión en sintonía a la de la propia Inés redescubriendo el mundo, el nuevo mundo. Porque la visión de una escritora debe siempre asomarse a nuevos horizontes, los que ofrece cada edad.

Isabel Allende bucea en su memoria y nos ofrece un emocionante libro sobre su relación con el feminismo y el hecho de ser mujer, al tiempo que reivindica que la vida adulta hay que vivirla, sentirla y gozarla con plena intensidad.

En Mujeres del alma mía la gran autora chilena nos invita a acompañarla en este viaje personal y emocional donde repasa su vinculación con el feminismo desde la infancia hasta hoy. Recuerda a algunas mujeres imprescindibles en su vida, como sus añoradas Panchita, Paula o la agente Carmen Balcells; a escritoras relevantes como Virginia Woolf o Margaret Atwood; a jóvenes artistas que aglutinan la rebeldía de su generación o, entre otras muchas, a esas mujeres anónimas que han sufrido la violencia y que llenas de dignidad y coraje se levantan y avanzan…

Ellas son las que tanto le inspiran y tanto le han acompañado a lo largo de su vida: sus mujeres del alma. Finalmente, reflexiona también sobre el movimiento #MeToo -que apoya y celebra-, sobre las recientes revueltas sociales en su país de origen y, cómo no, sobre la nueva situación que globalmente estamos viviendo con la pandemia. Todo ello sin perder esa inconfundible pasión por la vida y por insistir en que, más allá de la edad, siempre hay tiempo para el amor.

Mujeres del alma mía
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