Los 3 mejores libros de Karmele Jaio

Hace falta tener madera de escritora para abordar una narrativa que priorice aspectos emocionales sin caer en la sensiblería. Y Karmele Jaio goza de esa virtud para abordar la sensibilidad más empática de manera contundente, sin ninguna clase de fisura que trivialice o que haga chirriar la narración.

Y para eso hace falta, además de la ya indicada madera de escritora, disponer del convencimiento, de la necesidad casi visceral de contar algo sin la peor de las censuras, las que uno mismo se impone. Escribir para narrar es dejarse alma, sudor y lágrimas; todo lo demás es un intento vacuo por transmitir algo, o una vanagloria pretenciosa por tener un libro escrito.

Cómo diría Bukowski en su curioso poema «Así que quieres ser escritor», ponte a escribir solo si realmente algo te quema y te empuja a hacerlo. Lo demás es perder tu tiempo y seguramente hacérselo perder a los demás. De esa autenticidad es de la que hablo cuando me refiero a una Karmele Jaio que va encontrando esa motivación, ese motor esencial, en cada una de sus historias.

Top 3 novelas recomendadas de Karmele Jaio

Las manos de mi madre

Hay algo de memoria ancestral en el tacto. Y quizás porque recurramos a este sentido en menos ocasiones de las que debiéramos, cuando nos centramos en esa suma de sensaciones de calor o frío, de tersura o aspereza recibimos podemos recibir una sobrecarga de información. Sobre todo acerca del paso del tiempo en las manos de una madre…

La vida de Nerea pende de un hilo muy frágil. El último golpe lo encaja en un hospital: la memoria de su madre ha quedado severamente perjudicada y prácticamente no recuerda nada.

Nerea vive absorbida por un trabajo que ya no disfruta, lamenta no poder dedicarle a su hija el tiempo que merece y últimamente siente que su matrimonio palidece. Ahora además arrastra el peso de la culpa por no haber podido detectar a tiempo la crisis que sufre su madre y se ve acorralada por una historia turbulenta del pasado. El precario equilibrio que la sostenía se rompe.

Durante las largas esperas en el hospital advierte que su madre se aferra a un recuerdo que la desmemoria no ha podido barrer. Así descubrirá Nerea un episodio fundamental de la vida de su madre, al tiempo que se ve obligada a enfrentarse a su propio pasado.

Las manos de mi madre

La casa del padre

Ismael está bloqueado. Lleva dos años intentando escribir su próxima novela, pero no consigue producir más que borradores sin vida, y no llega a los plazos acordados con su editor. Se cuestiona todo lo que escribe, algo que no le había ocurrido nunca. Su situación se complica el día en que su madre tiene un accidente e Ismael se ve obligado a pasar todas las tardes con su padre para cuidar de él. Esas horas lo transportarán de golpe a un momento que quedó congelado en su infancia y que Ismael ha mantenido oculto hasta ahora entre sus recuerdos.

Jasone es la primera lectora y correctora de los textos de su marido. Desde hace años vive dedicada a su familia, y aunque ella también escribía de joven, lo dejó. En este último año se ha quedado por las noches frente al ordenador, y a escondidas ha comenzado a crear de nuevo.

Cada uno jugará con su secreto en medio de una marejada emocional en la que los silencios, como casi siempre, hablarán más que las propias palabras. La casa del padre nos descubre a la escritora Karmele Jaio, en una novela que nos habla de las maneras de construir y transmitir la masculinidad y de la enorme influencia del género en la vida de mujeres y hombres.

La casa del padre

No soy yo

La peor de las alienaciones es esa suerte de despersonalización a la que nos dejamos llevar con inercia del rebaño. El truco era presentar un espejismo como paisaje real de felicidad y autorrealización en lo material que cada uno tiene a su alcance. Y sí, en lo femenino el asunto aún adquiere tintes más esperpénticos. Porque la liberación parece un anuncio de cosméticos.

En este libro disfrutamos de un feminismo existencialista, de una perspectiva de la mujer desnudada ante sí misma para dibujar el alma en el espejo, donde cada cual, sea mujer u hombre, se enjuicia, se idealiza, se denigra o hasta se lastima, mezcla de patético posado o de intencionado soliloquio shakesperiano.

Karmele Jaio, la autora de La casa del padre, nos presenta en su nuevo libro catorce historias de mujeres. Todas pertenecen a una misma generación, tienen entre cuarenta y cincuenta años, y pasan por un momento crítico en sus vidas.

Las descubriremos en esa extrañeza ante un cuerpo que cambia, la ansiedad ante el evidente envejecimiento, la nostalgia del pasado idealizado y de la juventud, la rutina de las relaciones conyugales, la urgencia por aprovechar el tiempo que les queda, la sensación de no encontrar su sitio… Aquellas pequeñas fracturas emocionales de gran trascendencia en la vida cotidiana de cualquier mujer.

No soy yo
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