De Premios Nobel parece que va la cosa en los últimos casos de autores traídos a esta bitácora. En esta ocasión nos ponemos con una Grazia Deledda empeñada en una suerte de realismo férreo, hiriente incluso, enfocado en la melancolía naciente desde el desencanto vital. La máxima del no regresar a los lugares donde uno fue feliz como alimento para la nostalgia que acaba, desde una presentación prosaica, por convertirse en el extraño lirismo de la existencia.
Personajes que regresan pese a todo, o que sobreviven al destino, al ensayo de la existencia, a la mortalidad como sombra acechante desde el desgaste de lo vivido. El pesar es la tragedia por excelencia para Deledda. Solo que no hay superación épica ni trascendencia. Narrar así tiene que responder al tormento de la lucidez, a ese limbo al que uno llega en la edad adulta. Ese lugar extremo desde el que se contempla la patética creación del mundo, acompañada de una sinfonía sin orden ni concierto.
Pero lo paradójico de este tipo de literatura, e incluso de la existencia que de manera tan cruda se empeña en desnudar la autora, es que lo decadente por excelencia apunta al milagro de la vida pese a todo. Porque en toda pregunta sin respuesta albergamos el misterio último que provoca como una chispa el primer latido y el último. En el ínterin, las más insospechadas pasiones capaces de sacarnos del tedio asumido como horizonte.
Top 3 novelas recomendadas de Grazia Deledda
Elias Portolu
El interés desmedido por trasladar una percepción de la vida nos alcanza en mayor medida desde la perspectiva de un protagonista que lo acapara casi todo. El devenir vital de Elías Portolu se concentra en un tiempo y un escenario hacia donde se van replegando, como una manta, pasado y futuro.
De vuelta a Nuoro después de cuatro años de detención en la península, Elias Portolu ya no es el mismo: pálido y apático, no consigue reintegrarse al ambiente agropecuario del que proviene. La ilusión de poder volver a la vida de antes, pasada junto a su padre y sus hermanos en las tancas de la familia, desaparece la misma tarde de su llegada, cuando conoce a una mujer prohibida para él: la novia de su hermano.
Los buenos consejos que está buscando no son suficientes para empujarlo a confesarlo todo ni renunciar a Maria Maddalena, que corresponde sus sentimientos. Si ni siquiera las bodas recién celebradas pueden impedir el adulterio, a Elías le queda tan solo la elección del sacerdocio como prisión en la cual expiar sus culpas y huir del deseo. Sin embargo, la muerte imprevista de su hermano y el nacimiento de su hijo ilegítimo enfrentan otra vez al joven a un dilema desgarrador. Deledda se concentra en el tormento interior del protagonista, dejándonos la duda de si su verdadero pecado ha sido el de no reprimir una pasión o no haber tenido el valor de darle rienda suelta.
La hiedra
La existencia solo queda sustanciada en emociones esenciales que pugnan en cada alma. El amor debería ser siempre el vencedor en esa pugna dicotómica entre el bien y el mal. Solo que esa lucidez antes apuntada, la consciencia de las limitaciones de nuestro tiempo y nuestro cuerpo, apuntalan la idea de que la derrota es lo más probable para el ideal del bien.
Esta novela trata con especial habilidad uno de los temas más importantes en la narrativa de Grazia Deledda: el deshacerse, la progresiva decadencia, la desaparición. El ambiente que se nos presenta en la casa de los Decherchi entronca con la situación decadente de muchas familias de la nobleza italiana rural, las cuales, incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos, dilapidan los restos de su menguado patrimonio en fastos vanos y ocurrencias estériles.
En medio de este contexto melancólico, se nos presenta a Annesa, criada e hija adoptiva de la familia Decherchi, que sufrirá con esta los errores y las faltas de Paulu, un heredero joven, prematuramente consumido e incapaz de encontrar su lugar en un mundo en continua transformación. «La hiedra» dibuja, pues, con líneas cuidadas y bien definidas, la historia de un personaje profundamente marcado por su conflicto interior, y que perseguirá el amor mientras se enfrenta a una difícil y opresiva circunstancia vital.
La madre
Paradigma de lo irrevocable, de las decisiones que contra natura se toman por uno mismo y por quien el futuro nos convertirá. El sacerdocio y sus renuncias parece una cosa más de otros tiempos, cuando el ser humano se entregaba a la abnegación sin causa, a las carencias por imposiciones morales asumidas como contrapeso perfecto entre Dios, la culpa per se y la negación de toda pasión que nos descentra de cualquier plan trascendente.
Los pasos furtivos de un joven párroco que deja su casa y la angustia de una madre que le sigue con la esperanza de haberse equivocado. Así es como se desata el drama de un hombre que ha admitido, por fin, la mentira de su vocación. El pasado, con todos los hechos que han llevado a Paulo a vincularse a Agnese, vuelve a aparecer insistentemente en el desarrollo de un acontecimiento concentrado en la elección del presente: secundar su vida o renunciar a ella en nombre del hábito talar.
Empujado por su madre a salvarse a sí mismo y por su educación, Paulo se agarra desesperado a las almas simples del pueblo de Aar y recibe cada mínimo acontecer portan solo tres días como una bendición que lo aparta del deseo. En esta obra maestra de la literatura universal, la inquietud existencial de una madre y de su hijo por el cual ha sacrificado toda su vida emerge con la intensidad demoledora de una tragedia griega.