Lo último que podía pensar de una neurocientífica es que se vaya a dedicar al género romántico. Aunque si lo pensamos bien, nadie mejor que alguien conocedor de la química del cerebro para escribir sobre amoríos y desamores.
Una buena amiga me insistió en que tenía que traer a Ali Hazelwood a este blog (aquí tienes Susana). Y yo le insistí en que tenía que ser ella la que me introdujera en su obra y se encargara de establecer el ranking de sus mejores novelas.
La cuestión es que, según me dice Susana, la amiga Ali sabe sacar ese jugo del género al punto de Elisabet Benavent, añadiéndole una pizca (sin pasarse) de sofisticación por aquello de que sus tramas se ubican entre batas blancas, laboratorios y análisis clínicos.
Y es que, por muy ajeno que parezca, no hay contexto en el que no pueda filtrarse, por ósmosis o por choque incontrolable de células, una buena trama de ese amor transformador que parte de la mera química y que lo sacude todo.
Top 3 novelas recomendadas de Ali Hazelwood
La hipótesis del amor
No hay fórmula mágica, ni tampoco proceso o experimento, ni método ni teoría final. Lo del amor rompe los esquemas de la mente más analítica, convirtiéndola en simple pulsión de ánimo que sabe Dios dónde se genera.
Ponerte a analizar qué está pasando contigo cuando alguien prende la llama resulta tan improductivo como desesperante. El descubrimiento más maravilloso llega siempre desde la casualidad. Pero para ello el azar debe encontrarte en el momento oportuno.
Olive Smith es una doctoranda de tercer año que no cree en las relaciones amorosas duraderas, pero su mejor amiga, Ahn, sí, y por eso Olive se ha metido en un lío monumental. A Ahn le gusta el exnovio de Olive, pero jamás daría el primer paso porque es una buena amiga. A Olive no le va a resultar nada fácil convencerla de que ha pasado página, puesto que los científicos necesitan pruebas. Por eso, como cualquier mujer con un mínimo de amor propio, se deja llevar por el pánico y besa al primer hombre con el que se encuentra para que Ahn la vea.
Ese hombre es nada más y nada menos que Adam Carlsen, un joven profesor tan reputado por la calidad de su trabajo como por su imbecilidad. Así que Olive se queda de piedra cuando Carlsen accede a mantener su farsa en secreto y ser su novio falso. Sin embargo, después de que un importante congreso científico se convierta en un desastre y Adam vuelva a sorprenderla con su apoyo inquebrantable (y sus inquebrantables abdominales), su pequeño experimento se acerca peligrosamente al punto de combustión. Olive no tarda en descubrir que la única cosa más complicada que una hipótesis sobre el amor es analizar su propio corazón bajo el microscopio.
La química del amor
Buscando contextos de lo más rocambolesco, nada mejor que la NASA para ofrecernos una historia de amor. En el fondo, bien considerada la idea todo pueden ser emociones fuertes. Y claro, Ali conoce perfectamente lo que puede suponer emocionalmente enfrascarse en una investigación de primer nivel con un romance que también puja por elevar a la enésima potencia otro tipo de emociones que mantienen en constante estado de ilusión frente a cualquier contratiempo.
Una nueva comedia romántica situada en la NASA en la que una científica se ve obligada a trabajar en un proyecto junto a su archienemigo… con resultados explosivos.
Bee Königswasser se rige siempre por un código muy sencillo: ¿qué haría Marie Curie? Si la NASA le ofreciera liderar un proyecto de neuroingeniería, un sueño hecho realidad después de pasarse años malviviendo con las migajas del mundo académico, Marie aceptaría sin dudarlo. Obvio. Pero la madre de la física moderna nunca tuvo que codirigir ningún proyecto con Levi Ward.
A ver, Levi no está nada mal: es alto, moreno y tiene una mirada de lo más penetrante. Pero Levi dejó muy claros sus sentimientos por Bee en la universidad: es mejor que dos enemigos trabajen cada uno en su propia galaxia muy muy lejana.
De pronto, Bee se encuentra con que su material ha desaparecido, el personal pasa de ella y su maltrecha carrera profesional pende de un hilo. Puede que su lóbulo occipital esté jugándole una mala pasada, pero juraría que Levi empieza a convertirse en su aliado, apoyando sus decisiones, secundando sus ideas… devorándola con esa mirada suya. Y las diferentes posibilidades traen a sus neuronas de cabeza. Sin embargo, cuando llega el momento de jugársela y arriesgar el corazón, solo hay una pregunta que importe: ¿Qué hará Bee Königswasser?
No es amor
Cuando no se tiene claro algo, siempre se puede partir de lo contrario. Puedes no saber lo qué quieres pero sin duda siempre sabrás lo que no quieres. Y de ahí, en proceso científico, el descarte puede ir apuntando a la solución.
Puede que Rue Siebert no lo tenga todo, pero no le falta de nada: tiene unos pocos amigos con los que siempre puede contar, la estabilidad económica que anhelaba de pequeña y una exitosa carrera como ingeniera biotecnológica en Kline, una de las empresas emergentes más prometedoras en el campo de la ciencia de los alimentos. Ha trabajado duro y ha conseguido que su mundo sea estable y agradable. Hasta que una hostil adquisición por parte de otra empresa y su ofensivamente atractivo representante amenazan con destruirlo todo.
Eli Killgore y sus socios quieren hacerse con Kline de todas todas. Eli tiene sus motivos para llevar a cabo este trato, y es un hombre que siempre consigue lo que quiere. Con una excepción: Rue. La mujer en la que no puede dejar de pensar. La mujer con la que tiene prohibido estar.
Divididos entre la lealtad y una innegable atracción, Rue y Eli tiran la cautela por las ventanas del laboratorio y de la sala de juntas. Su romance es secreto, sin ataduras y tiene una fecha límite: el día en que una de sus empresas venza. Pero el corazón es un negocio arriesgado; uno en el que se juega a todo o nada.