La profesión de reportero entraña altos riesgos. Antonio Pampliega lo supo de primera mano durante los casi 300 días que permaneció cautivo, secuestrado por Al Qaeda durante la guerra de Siria en julio de 2015.
En este libro En la oscuridad, el relato en primera persona resulta estremecedor, agónico. Antonio ya era un asiduo de Siria, a donde había viajado en muchas otras ocasiones para preparar un reportaje sobre la situación social en este país.
Supongo que cierta confianza de esas idas y venidas reiteradas al conflictivo país pudo hacerle pensar a Antonio y a sus compañeros que nada malo iba a ocurrirles. Pero al final todo se torció.
De repente el sobresalto de una furgoneta que les corta el paso, la creciente tensión y su traslado a sabe Dios dónde.
Y en ese cautiverio comienza a levantarse la voz en primera persona de Antonio. Un relato sobre la crueldad del ser humano. Considerado como un espía, a Antonio lo someten a una vejación constante. Lo encierran y aislan de todo. Sólo lo sacan para masacrarlo a golpes o para humillarlo. Así durante días y días en los que el canto del Muecín de la cercana mezquita marca sus siniestras horas.
Aterido por el frío, desorientado, confuso, atemorizado y totalmente vencido, hasta el punto de sobrepasar su instinto de supervivencia natural y plantearse la única y oscura salida.
¿Cómo he llegado a este punto?
Este interrogante nos introduce en el relato previo al secuestro, a ese momento en el que Antonio aún no era la sombra de sí mismo. Poco podían imaginar Antonio y sus dos compañeros periodistas que iban a ser traicionados por sus contactos.
La pesadilla comenzó durante la espera de esos guías. Una negra sensación se cernia como una bruma entre el asfixiante calor. Antonio y sus dos compañeros iniciaron entonces su viaje sin retorno…
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