El populismo es el triunfo del ruido. Y en cierta manera es la tumba que los propios partidos políticos tradicionales se cavan gracias a su tibieza, a sus verdades a medias, su corrupción, su posverdad, su injerencia en otros poderes e incluso en el cuarto poder y sus cifras estadísticas interesadas con las que pretenden jugar a los trileros con el pueblo.
El pueblo no ya sólo es soberano, sino que además es sabio y está informado. Cuando el pueblo decide que no quiere ser engañado de nuevo se abraza a los populismos. «Al menos estos hablan claro»… Si, Hitler también hablaba claro. De lo malo hacia lo peor.
Nan sa a liv Contra el populismo se nos presentan las claves para entender los motivos que provocan esa oleada de partidos populistas.
En general, la Historia ya nos apunta a que toda crisis económica severa acaba derivando en guerra como fase última tras el empoderamiento de iluminados y mesías que venden esperanza a un pueblo masacrado por el capitalismo ya reinante desde que el mundo es mundo.
Por todo ello da cierto pánico, vertigo, asomarse a la realidad y pensar que de nuevo la Historia nos esté preparando para un escenario de guerra.
Siempre hay esperanza, siempre se puede aprender. Pese a que el hombre es el único ser que tropieza dos veces en la misma piedra, pudiera darse esa rectificación a tiempo, ese compromiso político para recuperar dignidad en instituciones y parlamentos, erradicando a tantos ladrones que ocupan escaños.
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