Fresh Banking




100 pesetacas

El invierno de la economía ha llegado. Los colchones vuelven a cobijar los ahorros de la gente, confiando más en sueños prósperos que en las promesas del 5% de los fondos de inversión. No es para menos, cotidianamente vemos cómo los bancos se estudian unos a otros con la mirada sospechosa de Clint Eastwood en «El bueno, el feo y el malo».

Como diría Gila: «Alguien ha matado a alguien». Nadie se fia; ni se presta dinero ni se gasta. Así que EL DINERO, con mayúsculas, duerme el sueño de los justos, en algún ataúd en Suiza o en las Islas Mauricio. Los paraísos fiscales han pasado a ser el Edén en espera de otra vida mejor.

Ante semejante incertidumbre, se reconsidera una vieja pregunta casi retórica ¿Intervencionismo o liberalismo? Sin embargo, hoy la duda va más allá de viejos conceptos comunistas o de derechas. Hace días que el sistema se desvinculó de cualquier atisbo idealista. Ahora sólo se trata de salvar el pescuezo y estudiar la forma de revertir la situación.

Pero nada es nuevo, ya ocurrió con los limpiabotas y los serenos, y está a punto de ocurrir con las vendedoras de castañas y los constructores, son sólo ciclos de cambio y reajuste, sólo que esta vez se lleva la palma. Es un cambio tan chungo, que los que pierden son millones de consumidores medios.

Ahora, los protestones antisistema, esos cientos de encapuchados que acuden a las cumbres para quejarse por lo insostenible e injusto de todo este meollo, parecen haber sido agoreros con un punto de razón (¿Quién sabe si toda?).

Para concluir este comentario macroeconómico de andar por casa, regreso con el cariestreñido Clint Eastwood, en otra de sus películas: «El novato», comentaba una frase que parecía traída del mismísimo Confucio: «Las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno». Pues eso, que en esto de la economía cada uno opina con más o menos fundamento, pero ante la actual situación podemos decir que los analistas, los bancos, las empresas auditoras y los gobiernos han pensado con el culo.

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