Allá por 2005 llegó a nuestras vidas el detective Bobby Dodge. Y en esta ocasión Lisa Gardner vuelve a él para que vaya pasando el testigo a la también detective Warren. Las pinceladas que vinculan esta nueva novela con los orígenes de Bobby en la anterior novela «Sola» son debidamente desarrolladas con esa maestría de quien sabe en qué momento introducirlas sin tener que soltar una soporífera introducción y sin que la presente narración pierda un ápice de interés en ningún momento.
Da igual que no conozcamos al Bobby Dodge enfrentado a los escenarios más inquietantes de aventuras anteriores. Todo forma parte de esa losa que cualquier investigador de serie negra lleva sobre sus hombros. Lo relevante es que esa sombra de su pasado se desliza ahora como un mal presagio, como un aquellarre de confluencias siniestras que lo apuntan con el odio y la animadversión por su ejemplar desempeño contra los infiernos que habitan en las mentes más aviesas.
El escenario del viejo psiquiátrico en el que aparecen varias mujeres asesinadas en una recreación gótica de la muerte se traduce rápidamente, en el imaginario de Bobby, en un modus operandi ya conocido por él. Y ahí es donde entra la detective Warren, cuyo creciente protagonismo augura incluso una sombría premonición sobre el destino de Bobby.
Pero más allá de las pesquisas sobre el caso, la narración aborda lo más siniestro e inquietante desde el papel de Annabelle Granger, a quien insospechadamente dirigen los primeros indicios y quien deberá transitar entre sus miedos más profundos de una vida convertida en huída de las sombras.
Annabelle descubre entonces que después de tantos años no tiene sentido intentar encontrar una nueva salida. Annabelle y ese mágico momento en el que el personaje asume que debe afrontar lo que haya de venir, enfrentando a su vez al lector al miedo en esencia, a la fobia, a eso de lo que siempre nos hemos alejado, hasta que entendemos que no se puede vivir libre con ese miedo…
La investigación de Bobby y de Warren avanza bajo una tensión que agarrota. Porque Annabelle se enfrenta a su causa de vida más trascendental sabiendo al menos a qué aferrarse. El problema es que Bobby no puede ni imaginar el perverso plan que pretende unirlo todo.
Y entonces será Warren quien deberá aprovechar su perspectiva externa del asunto para evitar que las catástrofes se sucedan.
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