Mientras escribo…

Como escritor en ciernes, aprendiz o narrador latente en espera de algo que contar, siempre me ha apetecido preguntar a algunos autores en sus presentaciones sus motivos, su inspiración para escribir. Pero cuando la fila avanza y te los encuentras con sus plumas estilográficas y te preguntan aquello de ¿Para …

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Generación perdida

Nos equivocamos. Qué se le va a hacer. Pero lo hicimos adrede. Nos llamaron la generación perdida porque nunca quisimos ganar. Aceptamos perder antes incluso de haber jugado. Fuimos derrotistas, fatalistas; caímos en el facilis descensus averni de todos los vicios en los que gastar nuestras vidas. Nunca nos hicimos viejos ni decadentes, siempre estuvimos tan vivos… y tan muertos.

Solo hablábamos del hoy porque era lo que nos quedaba, todo un inmenso hoy de juventud, vitalidad y sueños desterrados, agotados, extirpados con la cirugía de las drogas. Hoy era otro día que quemar en la rápida combustión de la vida. Tu vida, mi vida, tan sólo se trataba de tiempo que calcinar como hojas de un calendario frenético.

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Historia dentro de otra historia

Un lazo sin fin. Un bonito motivo decorativo para el patio de lo que fuera una sinagoga, resucitada siglos después como casa rural, llamada: «El sueño de Virila».

Lazo sin fin de El Sueño de Virila 1

Cuando decidí el nombre de mi novela: «El sueño del santo», me resultó curioso encontrar esta coincidencia en internet. El todo por la parte, una sinécdoque para hablar del mismo personaje, San Virila, y su sueño hacia una experiencia mística, un especie de ensayo de la eternidad.

En la presentación de la novela en Sos del Rey Católico, charlé un ratillo con Farnés, la encargada, junto con Javier, de rehabilitar la vieja sinagoga y llenar, esos intramuros centenarios, con almas de paso que pueden hospedarse y disfrutar de la hermosa villa de Sos del Rey Católico.

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