Hubo un tiempo (nada menos que en el siglo de Oro encabezado por Cervantes) en el que los reality shows eran protagonizados por gente de enjundia, con excelso bagaje cultural. Y aquello sà que podÃa resultar edificante, al menos en lo léxico y semántico. La intención era la que era, ofender a contrincantes tan leÃdos como uno mismo. Sin duda un gran eufemismo de la vida como similar tragicomedia en tan dispares escenarios de nivel cultural.
Porque cómo olvidar las batallas literarias entre Lope de Vega, Quevedo y Góngora, con resultados para la eternidad como «el hombre a la nariz pegado» o el «Yo te untaré mis versos con tocino; porque no me los muerdas Gongorilla» que vendrÃa a representar otras frases actuales de otros protas de realitys como «muero de amor» o «quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza» (como podéis comprobar mucho menos ingeniosas aunque igual de risibles desde lo naif o lo absurdo).
Pero hoy nos quedamos con un Lope de Vega que en sus dÃas acopiaba la peor reputación de los tres antes citados por su visión licenciosa de la vida. No obstante, es para mi Lope de Vega quien más se puede disfrutar en su extensa bibliografÃa en prosa. Guiones hechos novelas para sobresalir en las tablas con vida propia y para hacer del teatro del siglo de Oro su mayor exponente.
Top 3 libros recomendados de Lope de Vega
Fuenteovejuna
Cuando una obra de teatro alcanza la misma intensidad intepretada o simplemente leÃda, es que su factura y su esencia trasciende al formato. Muchos estudiantes leÃmos (supongo que aún lo harán) esta obra en alguna ocasión durante nuestro periplo por colegio o instituto.
Y mi recuerdo es el de una lectura que nos interesó a todos por su valor entre lo épico y lo humano. Revolución de revoluciones en un mundo castizo ibérico en el que por fin la colectividad se aúna para defenderse, para hacerse ingobernable frente a la injusticia, para plantar cara como ese todos o ninguno capaz de amedrentar al más estricto de los gobernantes. Porque sin pueblo no hay gobierno. Y si el pueblo se une bajo la premisa de la justicia social, cualquier enemigo puede llegar a empequeñecer hasta la humillación. Una obra reeditada año a año, con la certidumbre de que un clásico como este alcanza esa parcela, ese reducto ansioso de libertad, cada vez más rebajado por mucho que nos pese.
La dama boba
Solo un tipo que atajó su vida amorosa ajustándose a su tendencia promiscua por encima de cualquier imperativo moral (una especie de Julio Iglesias del siglo de oro), podrÃa escribir una brillante obra de amor para hacer resplandecer eso, el amor, sobre cualquier escenario en el que se actuaba bajo este libreto.
Más allá del amor idealizado y perenne entre dos amantes, Lope de Vega es capaz de abordar el aspecto transformador de un nuevo amor para escapar de las sombras que acechan en distintos momentos. El romanticismo, lo platónico como distintas oportunidades para cambiar una misma vida, pero no siempre confluyendo en un único instante para trazar un único sendero. No es que Lope de Vega explicite lo promiscuo. Se trata más bien del lector suspicaz, del público capaz de descubrir a personajes de vuelta que pueden una vez más amar, por segunda o tercera vez, con provocación sensual de quien ya se conoce en ese territorio de lo carnal, evocando poéticamente a la inmortalidad espiritual mientras se soterran los caudales del orgasmo.
El perro del hortelano
Sin duda Lope de Vega despertó ese nuevo brillo del teatro hecho comedia nacional con espÃritu de trascendencia, muy por encima de vodeviles que siempre existieron en la representación teatral.
Lope de Vega no tiene nada que envidiar a su coetáneo Shakespeare solo que el mayor simbolismo de Shakespeare, su ingenio para pintar las escenas más épicas quizás por ceñirse más a un público más exclusivo. Lope de Vega se centró en un realismo que ensalzaba ese punto espiritual pero que circunscrito a lo popular parecÃa no poder alcanzar cotas románticas o existencialistas del universo de Shakespeare.
Pero en honor a la justicia del ingenio, se puede decir que ambos engrandecieron un teatro que desde sus obras ganó el valor de un compendio de bellas artes, encaramándose por encima de la simple declamación como soliloquio para transformarlo todo en interpretación, en argumento, en diálogos…, en teatro al fin y al cabo. En el perro del hortelano, Lope de Vega parecÃo disfrazarse un poco de Shakespeare y se acercó a lo aristrocrático para pulsar otro tipo de emociones más elevadas.
Solo que al final pareció como si le interesase más la mezcla de lo noble popular para inquietar, hacer comedia y disfrazar una vez más de los amores imposibles hechos factibles desde su prisma. En un mismo volúmen como el de abajo, editado en 2019, se encuentran las dos obras anteriores.