Los 3 mejores libros de Julian Barnes

En la literatura de Julian Barnes encontramos una encomiable mezcla de brillantes gotas de una filosofia pragmática estoica, por momentos nihilista, siempre lúcida. Y, sin embargo, lo más inteligente del autor acaba siendo la decisión de que este acercamiento a lo filosófico se pincele desde los escenarios más variopintos, entre las propuestas argumentales más diversas de su narrativa de ficción.

Así, en cualquier novela de Barnes acabamos disfrutando de escenarios reales, de tramas aferradas a la realidad, pero con un punto alegórico, simbólico; como extendiendo la acción hacia una reflexión que aporta poso desde lo aparentemente cotidiano, desde esas vivencias que enlazan a sus personajes con cualquier lector.

El resultado depende de cada novela. Podemos encontrar narraciones con tintes surrealistas, otras completamente realistas, ficciones históricas a lo George Orwell o auténticas crónicas existencialistas. Siempre disfrutando de un punto innovador, experimental incluso en cuanto a formas y fondo… Un amplio abanico en cuyo atrevido cambio se descubre al escritor capacitado y empeñado en ofrecer en su literatura todo lo que de descubrimiento es simplemente el hecho de sobrevivir.

Precisamente por esa concepción de la literatura hacia la explicación de lo vital, otras incursiones narrativas más alejadas de esta intención son publicadas bajo pseudónimos como el de Dan Kavanagh para sus novelas policíacas. Así que podemos disfrutar del versátil Barnes en multitud de opciones.

3 libros recomendados de Julian Barnes

El sentido de un final

El tiempo todo lo transforma. La concepción de nuestros días en el boceto de la obra que nunca vamos a representar pasa a ofrecer una lectura extraña cuando se trata de enlazarlo todo a esa edad en la que el futuro se va acortando.

La perspectiva de la vida de Tony Webster aporta la visión de toda la narración acerca del propio Tony, sus amigos de juventud y esa vida precipitada que va surgiendo después, cuando los años ya empiezan a tomar velocidad.

En un momento dado, en el remanso de la edad adulta, cuando el cometido vital parece ya saldado, Tony se ve enfrentado a repasar muchas escenas del guion de su vida gracias a la carta de un abogado que le anuncia que la madre de quien fuera su novia de juventud, Verónica, le ha legado una pequeña suma de dinero y un manuscrito.

Solo que Veronica no parece estar dispuesta a que Tony disponga de esa documentación, los diarios de un amigo común, Adrián, que asoman como una interesantísima visión de aquellos años intensos de juventud, una perspectiva novedosa que Tony querrá recuperar a toda costa para contrastar esos recuerdos idealizados de los días felices.

Del presente al recuerdo de la inquebrantable amistad prometida, una historia en la que todos podemos reconocer ese devenir de nuestra existencia al que gustosamente, o quizás no tanto, podríamos asomarnos de nuevo para comprobar si nuestros recuerdos encajan con lo realmente vivido por otros que nos acompañaron…

El sentido de un final

La única historia

Abundando en el tema del pasado, de nuestra perspectiva sobre lo vivido, en el encuadre final de nuestras vidas con las épocas históricas vividas. Una novela que parte desde un mágico momento de cambio.

A Paul la vida lo enfrenta a uno de esos escenarios que paradójicamente ofrecen felicidad, cumplimiento del deseo y hasta el amor más intenso y liberado. Porque lo del joven Paul con la madura Susan supuso ese punto de inflexión vital que podía alzar a Paul hasta el cielo o precipitarlo al infierno.

Y de hecho eso fue lo que ocurrió. Todo lo intenso se acaba cerrando como una unión de polos opuestos que conforman un círculo. Y el recuerdo de un círculo acaba comportándose como un sinfín en nuestra conciencia.

Esos días de inmensa felicidad, de placer y lujuria sin mañanas encontró finalmente su mañana, y no precisamente como un porvenir anhelado. Solo que los años se encargan de tamizarlo todo.

El tiempo, del que Paul aún disponía en esos días del encuentro con Susan, acabó por cerrar heridas descarnadas. Solo que, quizás vencido el plazo del olvido, Paul quisiera que aquello no lo hubiera marcado tanto. Ya no sabe cómo clasificar aquellos recuerdos que sumaron placer y dolor.

Unos recuerdos que, sin duda, marcaron todo lo que construyó después en su vida. Los momentos con los que estamos en deuda construyen nuestra historia para bien o a nuestro pesar. Una maravillosa reflexión con el gancho de una trama sugerente.

La única historia

Niveles de vida

Si Julian Barnes está considerado como un narrador postmodernista, una suerte de experimentador de la literatura, sin duda esta novela es el emblema de ese etiquetado (añadiendo «El loro de Flaubert», por sus idas y venidas entre realidad y ficción).

Empezamos con una novela que enlaza con otra novela que finalmente nos presenta una semblanza biográfica. Un todo que apunta a esa voluntad de la literatura como salto constante entre realidad y ficción.

Una demostración de que todo lo que Barnes compone tiene siempre ese reflejo sacado de su imaginario personal, de sus vivencias, de su filosofía y su concepción sobre la historia que entretejemos en nuestros días.

Que la novela acabe con el fallecimiento de su mujer, después de habernos guiado por un trepidante siglo XIX con tintes de aventura entre globos aerostáticos y viajes a lugares remotos, sorprende pero, gracias a su capacidad de mimetización, nos aporta una desconcertante sensación de la vida hecha literatura y de la literatura como cauce que únicamente conduce a la vida.

Niveles De Vida

Otros libros interesantes de Julian Barnes…

Al otro lado del canal

Como toda relación movida entre el amor y el odio, lo de los franceses con los ingleses, y viceversa tiene su aquel. Después de una guerra de los Cien Años (calcula tú el ritmo de ataques que llevarían para no palmar todos el primer mes…), se acaba descubriendo una relación materializada en el canal de la Mancha como conexión total. Desde ahí se erigen tantas historias como Barnes nos quiera presentar en este volumen…

Julian Barnes ha sido siempre un escritor imprevisible y por eso nos ofrece ahora una caleidoscópica colección de cuentos que, como todo en Barnes, es mucho más de lo que parece. Una serie de historias aparentemente inconexas que adquieren por arte de birlibirloque literario una perfecta e iluminadora unidad. ¿El hilo conductor? La oposición Inglaterra-Francia, la fascinación de la isla por el continente, Francia como el Otro absoluto de In-Inglaterra, tan cercano y tan lejano.

Diez cuentos que acontecen en el espacio de tres siglos y de un vasto océano de malentendidos y fascinaciones, y en los cuales el paso del tiempo, la felicidad y la muerte son la sustancia de una obra sutil y perfecta como una filigrana.

El hombre de la bata roja

Hay personajes que en un segundo plano histórico fueron, sin embargo, personalidades de inabarcable trascendencia por su magnetismo y su capacidad, en última instancia, para intervenir sobre el devenir social de cada época.

En junio de 1885, tres franceses procedentes de París llegaron a Londres para «hacer adquisiciones intelectuales y decorativas». Eran un príncipe, un conde y un plebeyo. Este último, de origen provinciano y apellido italiano, se llamaba Samuel Jean Pozzi. Era un dandi, un seductor que tuvo innumerables amantes, un hombre culto y liberal que tradujo al francés a Darwin, un pionero de la ginecología y también un cirujano. Su elegante figura fue inmortalizada por el gran pintor norteamericano establecido en Europa John Singer Sargent en un célebre retrato en el que posa ataviado con una bata roja.

Barnes lleva a cabo una indagación sobre este fascinante personaje, que acaba convirtiéndose en un sugestivo retrato cultural, social y político de la Belle Époque. Por las páginas de este libro desfilan figuras como Oscar Wilde y Sara Bernhardt, Whistler, Henry James…

El hombre de la bata roja
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